Dice el refrán que tras la tempestad llega la calma. Pero este invierno está empeñado en quitarle la razón a ese dicho, y llevamos meses encadenando temporal con temporal. Por eso ayer, cuando Qumaira se perdía en el horizonte y Ruth no era más que una amenaza, Arousa entera quiso aprovechar el momento para sacudirse la lluvia de encima. Hubo quien decidió emplear este respiro climatológico en hacer un poco de sano ejercicio y, de paso, pasar revista a los daños ocasionados por el viento y la lluvia. A ello se dedicaron, durante la mañana, grupos de jubilados que se acercaron hasta el parque natural de Carreirón (A Illa), y que comprobaron que, a pesar de los pesares, «este ano caíron moi poucas árbores, moitas menos que o ano pasado». José, que también vive cerca del mar de A Illa, se dio un paseo por la playa de Espiñeiro, completamente cubierta de algas, maderas y restos de plantas arrancadas de quien sabe qué punto de la costa. «Hai moito esterco, pero iso non é o malo. O malo son os plásticos que tamén bota o mar», sentenciaba este hombre, que regresaba de su paseo con dos buenos pedazos de madera rescatada de su naufragio en la arena. Pero la jornada de calma no solo fue aprovechada para el paseo o para la práctica de todo tipo de deportes -hubo quien se dedicó a correr, hubo también quien optó por las disciplinas náuticos-. Los mariscadores faenaban ayer por la mañana bajo el puente de A Illa, y en el muelle de O Xufre los bateeiros descargaban mejillón a un buen ritmo, y eso que «houbo cancelacións dalgúns clientes» por aquello de que las previsiones volvían a ser pésimas.