«Uno de los retos es que el patrimonio de los narcos no vuelva a caer en sus manos»

L. Penide / M. Blanco PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

RAMON LEIRO

Reconoce que el negocio de la droga «siempre va a existir. Es cíclico»

12 ene 2014 . Actualizado a las 06:52 h.

Tiene sobre una de las mesas de su despacho, el sumario del caso del crimen de dos ciudadanas chinas que un jurado popular juzgará el próximo marzo. Es una investigación que el fiscal jefe de Pontevedra, Juan Carlos Aladro, heredó «de un magnífico fiscal que se jubiló. Y de este asunto solo le puedo decir una cosa: El trabajo de la Policía ha sido de admirar, genial».

-Esta investigación fue muy ardua. Incluso hubo quien creyó que nunca se esclarecería, en cierto modo a lo que ahora algunos piensan con respecto a al desaparición de Sonia Iglesias. ¿Cuál es el estado de las investigaciones?

-En relación a este asunto solo puedo decir una cosa. Mientras yo esté aquí, voy a seguir dándole vueltas, se archive o no.

-Una pregunta casi de carácter personal, dígame un caso que le haya generado cierta satisfacción por haberlo cerrado con éxito y otro que le haya frustrado por lo contrario.

-Frustrado en todos aquellos en los que tengo una idea respecto del desarrollo y no logro cerrarla. Esos son los más frustrantes. Y de los demás no tengo ninguno preferido, de verdad. Tengo la norma de llevar el pleito como propio hasta que se cierra y se acaba al salir de la sala. Nunca he estado contento por una pena de prisión o una absolución. Ahora bien, hay propuestas en el curso de una investigación que se me truncan y no las llevo nada bien, ya sea porque lo he hecho mal o porque sencillamente hay algo que no sale como esperaba.

-En cualquier caso, ¿cuál es la tipología delictiva de Pontevedra?

-Aquí hay mucho delito económico, sobre todo derivado del blanqueo y de delitos fiscales, pero también se nota la típica, permanente y latente presión del tráfico de drogas y en los delitos de blanqueo que se derivan. Eso es evidente. Además, desde hace una temporada tenemos fenómenos de corrupción de baja intensidad, con esto me refiero a aquellas actitudes que confunden lo que está bien con lo que conviene. No significa que existan situaciones de apoderamientos económicos para socavar la ley. Por otro lado, está la famosa delincuencia itinerante y, naturalmente, aquellos delitos que generan la máxima intensidad y desarrollo de trabajo en nuestro sistema: el tráfico y la violencia de género. El legislador ha canalizado la siniestralidad vial fundamentalmente al orden jurisdiccional penal y nuestra presión es tremenda...

-Alude al narcotráfico, parece que, desde hace unos años, la presión sobre el patrimonio está siendo un arma eficaz.

-Está funcionando. El de la droga es un negocio repercutiente: caerá, desaparecerá, reaparecerá, subirá y siempre funcionará como una campana de Gauss. Es cierto que tocar el patrimonio es lo más duro. Uno de los grandes retos que tenemos es no solo tocar el patrimonio, sino también deshacerse de él y que no vuelva a caer en sus manos. El negocio siempre va a existir, es cíclico. Por eso ni los cuerpos de seguridad del Estado ni la Fiscalía pueden bajar la guardia ni un milímetro, ni un pelo. Sobre esta cuestión no hay que engañarse porque es el dinero más fácil del mundo. Si tienen los medios, las infraestructuras, el uso y la costumbre, pues es probable que vuelva a surgir. Hay que mantener la eficacia y la presión. Es más, si se pudiera aumentar todavía habría más aprensiones. A lo mejor este año te baja la estadística, pero no te preocupes que el próximo te volverá a subir. Es una materia, como la violencia de genero, en la que habría que buscar otras soluciones, pero yo no soy quien para darlas.

-¿Se podría llegar a plantear la legalización?

-Cuando planteé la legalización, lo hice porque hace mucho tiempo que me di cuenta de que la solución penal única no está logrando la finalidad adecuada. La observación de otros países me hace pensar que es necesario buscar otras soluciones. Ahora parece que está de moda la legalización de los cannábicos en determinados estados. Creo que la solución no puede ser nunca a nivel nacional, tiene que tener una solución internacional. Tiene que ser uniforme en todo el mundo y tendente a tocar de manera transversal numerosas políticas del Estado, no solo la represiva que se deriva del Código Penal, sino la política educativa, la sanitaria... La política represiva dura es muy peligrosa. Hay países, como México, donde eso se ha convertido prácticamente en una guerra civil que ha costado fácilmente cincuenta mil muertos. Desde luego, ni soy el adalid de la legalización, ni concibo una legalización en Pontevedra, ni en España. A lo mejor por lo que estoy es por estudiarlo porque la solución que tengo no me vale.

-En cualquier caso, ¿la solución no es tan simple como algunos parecen apuntar?

-Exactamente. El problema de la droga no es la droga en sí, sino que afecta seriamente al nivel de criminalidad del país. Es toda la relación concomitante que establece con otros delitos y el nivel de corrupción que genera, lo que es capaz de subvertir el sistema jurídico, social y político de un Estado.