«Me tiré al agua con bañador y gafas para evitar la inundación»

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Sebastián se sumergió en el mar de O Bao para abrir una compuerta atrancada ante el riesgo de que su vivienda quedase anegada

10 ene 2014 . Actualizado a las 06:59 h.

Sebastián y su familia viven pendientes de una compuerta. De una puerta metálica que deja salir todo el agua que se acumula en las antiguas salinas de Noalla hacia la ensenada de O Bao. El sistema se averió en la tarde de la víspera de Reyes. Ante la amenaza de que su vivienda fuera arrasada por el agua, no dudó en sumergirse en el mar para tratar de desatascarla. Lo hizo sin ni siquiera un traje de neopreno. Su empeño fue el que permitió que, al final, ni su casa ni la de sus vecinos se inundara.

La vivienda de Sebastián está rodeada de agua. Pero no fue hasta que se construyó una carretera que pasa por delante de la misma que comenzaron a registrarse las amenazas de inundaciones. La presencia del agua en la zona la regula una antigua compuerta, que permite el paso del agua acumulada hacia la ensenada de O Bao, pero no la entrada del agua salada. De su buena salud depende, en gran medida, que las viviendas de este entorno no se inunden.

El pasado lunes, alrededor del mediodía, sus vecinos alertaron a Sebastián de que la compuerta estaba atascada. «Cogí un hierro y una pata de cabra para intentar abrirla», explica este vecino de la parroquia de Noalla. Con una cuerda se ató al quitamiedos de la carretera y trató de abrir la puerta. Pero no fue capaz. Decidió entonces avisar a los servicios de emergencia. «Llamé al 112, a Protección Civil y les dije que era urgente, porque cuando subiera la marea ya no habría nada que hacer», explica. Hora y media después se presentaron en la zona. «Dijeron que no tenían medios y se fueron», sostiene. Entonces, «llamé a la Guardia Civil, a la Policía Local». Su respuesta fue la misma. Nadie parecía tener competencias. «Llamamos entonces a la Red Natura y vino un señor que no hizo nada, pero que nos dio permiso para actuar», se queja.

A las seis de la tarde solo quedaban en la zona Sebastián aporreando la compuerta y un vecino, «que me acompañaba por si la puerta se abría de golpe y necesitaba ayuda». Había dos metros de agua. Poco después volvieron a aparecer los de Protección Civil, «y les pedí un camión para pasar un gancho por debajo de la compuerta y tirar de ella». Pero había que tirarse al agua para colocar los ganchos, porque la compuerta no tiene anillas a las que enganchar nada. «Me tuve que tirar yo», afirma. Lo hizo con un bañador, unas gafas de bucear y un cinturón de plomos. Se metió en el agua helada y logró colocar los ganchos, pero la pluma del camión era muy corta. Decidieron volver a medianoche, con la marea baja, pero tampoco entonces hubo suerte. No fue hasta el día siguiente, después de que fuera a buscar a Protección Civil, que la situación se arregló. «Después de 22 horas trabajando con la compuerta, le pegaron dos golpes más y se abrió», asegura. De forma inmediata el agua, que ya tapaba caminos y fincas, volvió a su cauce.