María, Braulio, Tomás y Ana cuentan su experiencia como estudiantes por Europa del programa Erasmus
22 dic 2013 . Actualizado a las 06:57 h.Para Braulio fue la primera vez que cruzaba los Pirineos. Hasta que le concedieron la beca Erasmus no había tenido la posibilidad de estudiar fuera de Galicia. Pero en el 2012 llegó la feliz noticia y hoy está cursando cuarto curso de Administración y Dirección de Empresas en Turquía. Este vilagarciano no está solo en esta aventura. Con él estudia y comparte piso Tomás Gehrhardt, que aunque suena a alemán, es de Meaño y estudia con él en la Universidad de Santiago.
Braulio y Tomás estaban ya el jueves por la comarca, disfrutando de la familia, los amigos y, como no, de la comida. Las recetas especiadas y las salsas turcas les hacen suspirar por un pulpo á feira y un churrasco, y la Navidad es un buen momento para saciar las nostalgias del paladar. Y es que a la hora de comer, nada como la casa de uno. Lo confirman Ana Pombo y María Mariño, nuestras otras dos «erasmus» que, como el turrón, vuelven por Navidad.
Ambas cambadesas hacen honor a su tierra y coinciden: toca saciarse de pescado, ese que no pueden tomar ni en Florencia ni en Glasgow, respectivamente. «Allí solo puedes comer varitas de pescado congelado» porque, el que hay, cuando lo hay, tiene un precio prohibitivo. Y ya se sabe que los universitarios siempre andan con el bolsillo pelado. La beca les queda justa para cubrir gastos, por eso cuando hace unas semanas corría por las redes sociales la noticia de que el ministro Wert quería eliminar la cuota ministerial del Erasmus, más de uno se echó las manos a la cabeza. «No se puede jugar así con nosotros y aún no se sabe bien como acabará este tema», apunta Ana Pombo. «Yo puedo entender que se recorte porque no son buenos momentos, pero que avisen con tiempo, si no nos dejan colgados».
Internet es el cordón umbilical que une a los «erasmus» con sus hogares. El teléfono es demasiado caro y, además, la red le ofrece muchas más posibilidades de comunicación que exploran en todas sus facetas: Facebook, Twitter, Watsapp, Skipe..., y así hablan con la familia y los amigos se enteran de lo que pasa en su país y en sus pueblos.
Pero ni con Internet le fue fácil a María Mariño encontrar casa al llegar a Escocia. «Fue lo más difícil» aunque, finalmente y no sin angustias, ella y su compañera Bárbara localizaron un piso estupendo, cerca de la universidad por 600 euros al mes. Y gracias, porque todo es muy caro por ahí fuera. Ni pagando encuentra un Cola-Cao. «Aquí hay, tienes que tomar un Nesquik muy raro», se lamenta María.
¿Y el idioma? En el caso de la cambadesa no hay discusión. Estudia Traducción e Interpretación español-inglés de modo que no le queda otra que hablar en el idioma de Shakespeare. Aunque notó, vaya si notó, el acento escocés. «Al principio no les entendía nada».
Tomás y Braulio están en Turquía pero el inglés es el idioma que utilizan habitualmente, en clase y por la calle. «Aquí todo el mundo habla inglés», aunque algo chapurrean de turco que les es muy útil a la hora de hacer la compra. Para Ana Pombo es más sencillo, «porque el italiano se entiende muy bien». Y la pizza, la pasta y el helado son otros elementos que facilitan la vida allí. No faltan dificultades y la morriña a veces pesa, pero todos ellos hacen una lectura muy positiva del Erasmus. El futuro se verá. Ahora toca estar en casa con los suyos.
«erasmus» arousanos que regresan por Navidad
FICHA
María Mariño Costa: Vecina de Cambados. Estudia segundo curso de Traducción e Interpretación español-inglés en la Universidad de Glasgow (Escocia)
Ana Pombo Losada: También cambadesa. Estudia cuarto curso de Ciencia y Tecnología de los Alimentos en Florencia (Italia)
Braulio García Quintáns: Vecino de Vilagarcía. Estudia cuarto curso de Administración y Dirección de Empresas en Eskisehir (Turquía)
Tomás Gehrhardt Chaves: Reside en Meaño. Comparte estudios con el anterior, con quien también comparte piso en la ciudad turca.