Los petroglifos de Os Ballotes agonizan desaprovechados e ignorados por el gran público
07 abr 2013 . Actualizado a las 06:54 h.En la última novela de Eduardo Mendoza, un petrucio chino reflexiona a la sombra del bazar de uno de sus hijos. Sin pasado ni futuro todo es presente, razona el hombre para apiadarse de quien carece tanto de antepasados como de descendientes. Vilagarcía, la ría de Arousa, Galicia en general, no tienen de qué preocuparse por lo que respecta al primero de estos aspectos. De lo poco bueno que puede extraerse de la existencia de la Cidade da Cultura es la exposición que acaba de echar el cierre entre los muros de delirio que componen el Gaiás. Habría que ser un témpano para recorrer Gallaecia Petrea, una semblanza de la prolongada y fundacional relación de este país con la piedra, sin sentir un indefinible pero profundo y antiguo orgullo. El mismo que cualquier mente mínimamente sensible acaricia al observar conjuntos como los de Os Ballotes y la cumbre del Xiabre -difícil ya esto último; en el mejor de los casos están cubiertos por toxos y todo tipo de maleza- y caer en la cuenta de que cuando fueron grabados, hace cosa de 5.000 años, las faraónicas pirámides de Egipto ni siquiera habían sido ideadas.
El ateneo Mar de Arousa acaba de presentar un proyecto para dotar de visibilidad a los petroglifos de Bamio y conseguir, así, la mejor de las protecciones: la que otorgan el conocimiento de su existencia y el aprecio de los descendientes de quienes los crearon y conviven hoy con ellos. No de los canes que ladran a un paso, tampoco de las ovejas que pacen tranquilamente a su alrededor. Y que, por cierto, más que dañar el conjunto contribuyen a despejarlo. El colectivo ha puesto precio a su empeño: 30.000 euros que solicita a la Diputación de Pontevedra.
Crear futuro sobre el pasado
Con la cabeza despejada, la inversión se antoja bastante más rentable que traer de nuevo a Alaska a los escenarios de la capital arousana, además de más barata. La única intervención de alcance experimentada por los petroglifos de Os Ballotes y la Pedra do Encanto -al margen del estudio de 1927 realizado por Fermín Bouza Brey y las visitas de investigadores como el alemán Hugo Obermaier y el interés de Juan Fernández Gil y Casal o, ya en la contemporaneidad, de Antonio de la Peña- fue la que el Concello promovió hace casi cuatro años bajo la dirección de Elena Cabrejas y la coordinación de Iria López Baltar. Entretanto, Campo Lameiro, Marín, Poio y Ponte Caldelas sí han sabido cuidar y poner en valor sus propios yacimientos para desarrollar sobre ellos un turismo cultural bien entendido y construir futuro con su pasado.