Pasando por el aro en Polonia

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Jordi Aragonés es el preparador físico del campeón de Liga polaco

03 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«Cuando José Ignacio (Hernández) me comentó la posibilidad de ir de ayudante suyo al Wisla Can Pack no me lo pensé ni un un segundo». Jordi Aragonés dice que siempre estará muy agradecido al seleccionador nacional de baloncesto femenino por darle esa oportunidad. En realidad, es la segunda oportunidad. La primera fue cuando lo llamó para que dejara el Extrugasa y se fuera al Perfumerías Avenida, uno de los dos mejores equipos españoles e instalado en la élite europea.

El Prepa, como es conocido en todos lados, en realidad es una bicoca para cualquier entrenador. En lo suyo, la preparación física es muy bueno, pero además tiene una empatía especial imprescindible en la labor como ayudante. Y domina el inglés a la perfección, otro aspecto que desequilibra la balanza a su favor. Quizás su único pero es la ingente cantidad de chistes malos que puede acumular en su cerebro y que no tiene el menor rubor en ir soltando a la menor ocasión. Así que allá se fueron. Y para triunfar, porque en la pasada temporada -la del debut- se proclamaron campeones dela Liga polaca.

La vida de un deportista de élite suele ser bastante monótona cuando la temporada está en plena ebullición y el caso de Jordi no es distinto. «Me suelo levantar sobre las 8.30 y tras desayunar voy a entrenar de 10.00 a 12.00. Al acabar vuelvo a casa y suelo trabajar sobre el equipo al que nos vamos a enfrentar viendo vídeos y realizando un pequeño scouting», explica.

La siesta, ineludible

La perspectiva vespertina no varía mucho: «Sobre las dos de la tarde preparo algo para comer y luego una pequeña siesta, eso no cambia ni viviendo en el extranjero. Por la tarde, volvemos al pabellón para realizar la segunda sesión de entrenamiento y al regresar a casa ceno y, dependiendo del día, veo más vídeos del equipo rival o navego por Internet y chateo con la familia y amigos hasta la hora de acostarse, que suele ser entre las doce y la una de la mañana», relata.

Jordi está viviendo en Cracovia, una de las ciudades más importantes de Polonia. «La visitan más de ocho millones de turistas cada año», cuenta. Ese atractivo innegable llega por su ciudad vieja (stare miasto), con su plaza central (rynek) como lugar más destacado. «También está el castillo de Wawel, con su catedral, el barrio judío de Kamirziek y, cómo no, las minas de sal y el campo de concentración nazi de Auswitch», cuenta Aragonés ejerciendo de improvisado guía turístico.

En una ciudad tan grande (alrededor de 750.000 habitantes) la colonia española es numerosa -«sobre todo muchísimo estudiante que está de Erasmus»- pero el vilagarciano dice que no tienen demasiada relación con ellos. «No nos juntamos, llevamos ritmos de vida distintos», explica. También suelen encontrarse con muchos turistas españoles.

De caracteres y ligoteo

El vilagarciano es un tipo extrovertido, de eso no hay ninguna duda. ¿Pero cómo son los polacos? «Muy buena gente -contesta- pero no tienen un carácter tan abierto como el nuestro. Cuesta tener confianza con ellos pero estoy convencido de que el tiempo y las condiciones climáticas influyen mucho en su forma de ser», explica. ¿Y ese choque de culturas ayuda en el ligoteo?, inquiere el entrevistador. Finta de salida de Jordi para contestar: «Pues no lo sé. Supongo que algún español ligará, ¡ja, ja, ja!».

El futuro de los habitantes de los banquillos ya se sabe que es incierto. De momento, sin embargo, parece que ambas partes -club y cuerpo técnico- están satisfechas de cómo van yendo las cosas. Así que lo más probable es que José Ignacio y Jordi estén, al menos, una temporada más en Cracovia. «Me gusta ir día a día, así que ya veremos», apunta Aragonés.