Inteligencia arousana en Pittsburgh

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

CEDIDA

El cambadés Breogán Amoedo y el vilagarciano Eduardo Troche han coincidido en la universidad de esta ciudad del estado de Pensilvania

11 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Arousa exporta vino, exporta marisco y, cada día más, exporta inteligencia. En los laboratorios de la Universidad de Pittsburgh, dos jóvenes de la comarca de O Salnés lo demuestran. Uno es de Cambados, se llama Breogán Amoedo, tiene 28 años y es estudiante de Telecomunicaciones. El otro es el vilagarciano Eduardo Troche, que nació hace 29 años y a estas alturas es licenciado en Químicas y aspirante a doctor en la materia.

Ambos llegaron hasta Pittsburgh por caminos diferentes. Breogán arribó a esta ciudad del estado de Pensilvania hace ya siete meses. «Chegoume a información de que precisaban xente por outro rapaz que estivo aquí, pasei o proceso de selección e colléronme», dice. Ahora trabaja como scholar visitor, «algo así como investigador en prácticas», traduce. «Traballamos en diversos proxectos de visión por ordenador, análise de componentes...».

Para Breogán, encontrar el piso alquilado en el que vive fue «casi unha odisea». Finalmente se instaló en una vivienda «algo vieja, pero que está muy bien situada tanto para coger el autobús de la universidad, como para ir al supermercado, a los bares...». Allí vivía Breogán con dos chicos más. En Navidades, uno de ellos se fue a Brasil, su tierra. El hueco que dejó no tardó mucho en ser ocupado: en enero llegó Eduardo Troche. «Breogán y yo no nos conocíamos, pero por suerte teníamos amigos en común que nos pusieron en contacto», explica este. Eduardo llegaba a Pittsburgh para «realizar una estancia dentro de mi doctorado sobre el desarrollo de nuevas metodologías para el estudio tridimensional de moléculas orgánicas».

Aunque aún lleva poco tiempo en Estados Unidos, Eduardo ya ha comenzado a comprobar que este país se parece bastante a cómo él lo había imaginado. «Más o menos responde a todo lo que se ve en las películas, aunque de momento, de las famosas fiestas de las hermandades yo aún no sé nada», dice con humor. Breogán suscribe sus palabras. «A verdade, todo é como de película, desde a apariencia da xente ata as cousas que pasan, os coches enormes...».

Pero la sensación de vivir en una ciudad sacada de una pantalla de cine tiene sus límites. Uno lo pone la Universidad, en la que ambos arousanos parecen sentirse a gusto. En Pittsburgh, un centro de «primer nivel», los dos cerebros gallegos tienen ocasión de mezclarse con «xente top no seu campo».

Con la experiencia que acumule, Eduardo se volverá a Vigo dentro de unos meses para poder seguir con su doctorado. «Así que lo que me espera es la vuelta a la normalidad», dice. Breogán, que tiene por delante una estancia más larga, aún no se ha planteado su futuro. «Se tivese a oportunidade quedaría, porque as perspectivas en Galicia están complicadas. Se non, intentarei seguir en Europa».

Pero antes de que llegue ese momento, a nuestros dos protagonistas les queda mucho tiempo por delante. Tiempo para llenar las alforjas de conocimientos pero, también, de otras experiencias que ahora tienen al alcance de la mano. Dentro de unas semanas, ambos se irán a Cleveland a ver un partido de la NBA. Y es que disfrutar de la espectacularidad de los deportes americanos es algo a lo que no van a renunciar. A fin de cuentas, vivir en directo la Super Bowl «no tiene precio», como diría un anuncio de la tele.

El beisbol, el baloncesto o el fútbol americano son buenas excusas para hacer turismo por un país como EE.UU., pero no las únicas. Nuestros protagonistas ya tienen marcados en el mapa los lugares que quieren conocer antes de emprender el camino de vuelta a casa. Eduardo espera «poder ir a Washington, Boston y Nueva York», aunque reconoce que aún le queda mucho por ver en Pittsburgh, una ciudad tranquila y bonita que aún no ha tenido tiempo a descubrir metro a metro. Breogán es más ambicioso. «Teño pendiente a viaxe a New York, e espero poder visitar California», señala. El año pasado lo invirtió en conocer Toronto, las cataratas del Niágara y Washington DC.

Dejamos a nuestros dos protagonistas bajo la nieve de Pittsburgh, echando de menos «lo típico»: familia, amigos, novia... «Aunque gracias al Facebook y al Skype», se consigue mantener a raya la morriña, según dice Troche. Eso sí, ni Internet puede ponerles sobre la mesa un buen cocido gallego.