Nómadas en Gran Bretaña

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

CEDIDA

Iago y Carolina emigraron. En la España de hoy «non se fai unha vida»

30 ene 2012 . Actualizado a las 13:37 h.

En la vida de todos hay momentos en los que las decisiones pesan más. Son esos momentos importantes en los que se escoge un camino y se descarta otro. Iago Radío y Carolina Laya, una pareja de cambadeses, se enfrentaron a una de esas fases críticas hace unos meses, cuando para ellos se acabaron los felices años de la universidad. Había llegado la hora de plantearse el resto de sus vidas. Y ellos, que no son muy dados a los circunloquios, cogieron el toro por los cuernos. Ingeniero y periodista no tardaron demasiado en concluir que «difícilmente nos ía tocar traballar do noso en España, a non ser que o fixeramos gratis, e con iso non se fai unha vida». Así que no quedaba otra. «Tocábanos emigrar», dice ella, portavoz de una generación.

El destino lo tenían claro: el Reino Unido. Los dos hablan inglés, pero todo perfeccionamiento es poco en esto del manejo de los idiomas. Además, Iago cursó un máster en la Universidad de Cranfield, y durante su estancia en las islas había descubierto que, allí sí, los ingenieros industriales seguían siendo profesionales buscados.

Cuando llegaron a Londres, hubo un momento en el que pensaron que esa sensación había sido solo un espejismo. La pareja llegó a la capital de Inglaterra en el mes de octubre, con el dinero justo en el bolsillo para tirar unos días. Carolina confiesa que no guarda un buen recuerdo de la ciudad del Big-Ben. «Tiñamos que estar vivindo en albergues, con moita xente, e cambiando de un para outro constantemente para intentar gastar o menos posible», relata. Los días se convirtieron en una desesperada búsqueda por partida doble: necesitaban trabajo y necesitaban también un lugar en el que vivir. «Era un pouco desesperante, porque vías que se che acababan os cartos e non conseguías nada... Ademais, había tanta xente na mesma situación... Hai tanta xente de fóra que case non oías falar inglés polas rúas».

Finalmente, tras varias semanas dando vueltas y más vueltas, les llegó una oferta para trabajar en una tienda de deportes. Lo rechazaron: la Jaguar-Land Rover había reclamado a Iago para que se incorporase como ingeniero en su planta de Liverpool. El contrato era temporal, pero la oportunidad no se podía dejar pasar. «Nunca pensaramos vivir aquí, pero en realidade nunca nos fixéramos unha idea definitiva de onde iamos vivir. Tiñamos claro que queriamos que fose en Inglaterra, pero se atoparamos unha boa oferta de Gales ou Escocia, estaríamos dispostos», cuenta la pareja.

La oferta que llegaba de la ciudad de los Beatles era bastante buena. Nos cuentan que los compañeros de Iago que han encontrado trabajo en lo suyo en España están cobrando unos 600 euros al mes. Allí, Iago percibe 500 libras a la semana, así que, «aínda que a vida é máis cara aquí, dá para vivir e incluso para aforrar, aínda sendo dous». Incluso han podido permitirse el lujo de tomarse unas mini vacaciones de Pascua y evitarse unas Navidades a la inglesa, que es algo que les daba un poco de miedo.

Ahora, a Iago se le está acabando el contrato. «Volvemos estar casi no punto de partida», cuentan. Por suerte, ya ha acudido a varias entrevistas de trabajo y confían en que de alguna de ellas salga algo en limpio. Eso sí, «cada unha nun sitio de Inglaterra, así que o máis seguro é que nos toque mudarnos de novo».

Mientras tanto, siguen disfrutando de Liverpool, una ciudad mucho más pequeña que Londres, pero también más barata. Una ciudad en la que las calles están llenas de música, donde el café es tan soluble y tan malo como en el resto de Inglaterra. Allí, un té cuesta una libra y media, como máximo y la ropa es sorprendemente barata.