La escuela de música precisa una remodelación, nuevo mobiliario, iluminación y ser insonorizada
AROUSA
El director de la escuela de música de Vilagarcía, Alfonso Galbán, ha recogido en un informe el estado actual de las instalaciones y las necesidades que, en su opinión, el centro precisa para prestar el mejor servicio posible. Entre las propuestas de Galbán se cita desde una remodelación interna para aprovechar mejor los casi 600 metros cuadrados de superficie que están a su disposición, hasta la carencia de un mobiliario adecuado para el desarrollo de la actividad docente.
Actualmente existen nueve aulas, además del vestíbulo, los servicios para hombres y mujeres, los pasillos, el almacén, la secretaría y el despacho de dirección. El espacio mayor, cien metros cuadrados, corresponde a una clase en la que también ensaya la banda de música. Galbán entiende que, con la elevación de un tabique y la búsqueda de una ubicación alternativa para los ensayos de la formación municipal, la escuela ganaría dos o tres aulas adicionales. Algo muy necesario, por cuanto en estos momentos, sin ir más lejos, las clases de acordeón se imparten en la secretaría.
Procurar ese ámbito alternativo para el ensayo de la banda -tal vez el auditorio- constituye una de las necesidades urgentes que plantea la dirección. Para acceder al aula, los intérpretes deben subir y bajar aperos y pesados instrumentos, y atravesar además el aula número 6, en la que los alumnos más pequeños, de cuatro a seis años, reciben nociones de Música e Movemento. Tanto trajín ha deteriorado bastante la moqueta, con la consiguiente incomodidad para los niños.
La insonorización de las aulas entre sí se hace imprescindible, ya que los sonidos se mezclan hasta límites difícilmente tolerables. Bajar los techos unos ocho centímetros, para introducir un material aislante (fibra de vidrio o lana de roca) sería un primer paso, que contribuiría además al aislamiento término y al consiguiente ahorro en la factura de la calefacción. El cambio de las vetustas puertas de las aulas -ninguna de ellas cierra debidamente- y de unas ventanas por las que el frío y las corrientes corren libremente completan este ámbito de actuación.
Pero las necesidades del centro van más allá. Los servicios higiénicos precisan una remodelación a fondo. Baste decir que las tuberías todavía son de hierro y faltan baldosas. Toda la iluminación debe ser revisada. No hay, en el vestíbulo, mobiliario para facilitar la espera e incluso unas puertas dobles en el acceso principal a la escuela, que garanticen el mantenimiento de una temperatura constante.
Las sillas de los alumnos suman bastantes años, son de plástico y acaban rompiéndose. Se echa en falta mobiliario más moderno para el profesorado, estantes y librerías. Los seis pianos necesitan ser afinados cada seis meses y el sistema de seguridad es nulo. Por último, sería conveniente dotar a la escuela de un conserje, dado el elevado número de niños y el denso tráfico que registra la zona.