Mucho arte por la comarca

La Voz

AROUSA

VÍTOR MEJUTO

El Palomar

19 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace ya un cuarto de siglo que Danza Invisible empezó a tomar forma. Veinticinco años de continuos éxitos que bien merecían un paseo por Arousa para celebrarlo. El grupo malagueño estuvo ayer en Vilanova para hacer una de sus grandes virtudes: tocar en directo. Los conciertos de Javier Ojeda y compañía fueron la clave para su ascenso hacia lo más alto del panorama musical. Una escalada lenta pero constante y que tiene una fecha muy definida: en 1988 Danza Invisible sacó a la calle A tu alcance, un disco que contenía dos de los clásicos del pop español Reina del Caribe y Sabor de amor, y una versión inconfundible de Van Morrison, A este lado de la carretera. De todo ello pudieron disfrutar los cientos de incondicionales que ayer se acercaron a Vilanova. Parece raro que con lo bien que se trata a los grupos por aquí, no nos acompañen más con su música. Ayer, por ejemplo, los muchachos de Danza Invisible tuvieron comida protocolaria con las autoridades locales de Vilanova. El menú, aunque no lo sabemos, suponemos que tendría mucho de los buenos productos del mar de los que aquí disponemos. Sucedió en la tarde del viernes en el Concello de Catoira. Allí estuvo Yolanda Castaño para ofrecer todo un espectáculo audiovisual que, como es casi norma en ella, no dejó indiferente a ninguno de los que lo vieron. Castaño comenzó con unas palabras de recuerdo para María Mariño congratulándose de que las mujeres hayan pasado de ser «obxectos pensados» a convertirse en «obxectos pensantes». Hizo, a continuación, un repaso por su obra literaria y siguió con una interpretación del poema musicado Promesa. Para estar once horas seguidas haciendo algo hay que estar un poco mal de la cabeza o que te guste mucho. Probablemente, parte de las dos cosas se juntan en los tres cambadeses que ayer participaban en el Ironman de Lanzarote. Los muchachos se lanzaron al agua a las siete de la mañana para completar 3,8 kilómetros nadando. Después debían subirse a la bicicleta y completar 180 kilómetros y por último, tenían que correr un maratón enterito. Al ganador le llevó nueve horas acabar. El mejor de los cambadeses fue David Martínez, que terminó tras once horas. De sus compañeros las noticias que teníamos al cierre de esta edición es que a Luis Aragunde le faltaban los diez últimos kilómetros de la carrera a pie y a Íñigo Silva treinta. En ambos casos, sus amigos desplazados hasta allí para animarlos los veían con la clara intención de concluir la prueba.