La pasión

AROUSA

AREOSO | O |

22 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

QUEDAN CUATRO que viven la Semana Santa como cuando mandaba el que descansa en el Valle de los Caídos. Los demás nos tomamos unas minivacaciones, trabajamos como el resto del año o vamos a las procesiones como quien va a los desfiles de carnaval, a los encierros de los Sanfermines o a las Fallas de Valencia. Porque eso sí, la parroquia se reconoce cada vez más laica, pero los pasos y los oficios religiosos son más espectaculares y multitudinarios que nunca. No nos engañemos, eso no es fe, es gusto por la parafernalia. Puede ser que no comamos carne, pero al acabar la procesión pecamos con vino y mejillones sin acordarnos más del que acabamos de dejar crucificado. La Iglesia se lo tiene merecido. Los que en otros tiempos fueron fieles creyentes están hasta la coronilla de una cúpula eclesiástica que vive a espaldas de la sociedad y que tarda siglos en pedir perdón. Pero si alguien siente nostalgia de las semanas santas de su infancia puede matar el gusanillo acudiendo a ver la polémica película de La pasión , que ahora se proyecta de nuevo en los cines. Al margen de creencias, a los mortales pecadores se nos cae la cara de vergüenza ante una figura tan grande como la de Cristo. Por eso hizo historia.