Emigró muy joven con su hermano Maximino a Argentina, donde los dos fueron comerciantes-banqueros
29 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.En su poema Fundación mítica de Buenos Aires, se pregunta Borges: «¿Y fue por este rio de sueñera y de barro/ que las proas vinieron a fundarme la patria?». Y él mismo responde: «A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:/ la juzgo tan eterna como el agua y el aire». Y puede que sí, que sea eterna Buenos Aires. Pero lo cierto es que de las proas bajaron emigrantes mariñanos que fundaron, o cofundaron, villas y ciudades: el cervense Manuel Candia, Copetonas; los hermanos Moreno, Rivadeo, en el partido de Puán; el mindoniense Miranda Luaces, la ciudad de Rafael Calzada; y el xovense Francisco Baño, Necochea, una de las ciudades turísticas de Argentina.
Baño era rico y masón. Presidió Hijos del Partido de Vivero y fue decisivo para construir las escuelas de Xove, Cervo y Burela y para publicar el trabajo sobre la navegación aérea de su tío, Tomás Mariño, y financiar en 1921 una placa en su casa natal, la misma en la que él nació en 1850. Su vida y su obra están recogidas en Horas perdidas, un libro de su autoría publicado en 1920, y en trabajos de Pablo Javier Junco, Alihuen Luz y Mariel Nielsen, entre otros.
Emigró muy joven, con su hermano Maximino, a la Argentina. Los dos fueron comerciantes-banqueros: él, director del Banco de España y América y su hermano, directivo de la Sociedad Argentina de Créditos, una entidad de capital español también llamada Banco de Descuentos y, en 1908, Banco de Castilla y Río de la Plata. Francisco operaba en la capital y en Tandil. En 1879 era ya miembro de la Logia Masónica del Valle de Quequén, próximo a Necochea, donde poseía una estancia y ganado.
Robo de ganado y mujeres
La comarca tenía entonces un grave problema: los malones indígenas causaban estragos en haciendas y lugares robando ganado y mujeres. Algunos notables, liderados por Ángel Ignacio Murga, decidieron entonces que, para resolverlo, lo mejor era fundar un pueblo que los protegiese de los ataques. Y así nació Necochea un 12 de octubre de 1881. El acta de su constitución ?que conserva el Museo Regional- dice: «Los hermanos de los tres puntos declaran oficialmente fundado el pueblo de Necochea, invocando para este acto el nombre del Gran Arquitecto del Universo (GADU), fuente de todo poder y progreso, y concediendo la petición de algunos vecinos lo ponen bajo la advocación de María del Carmen».
Los firmantes son el citado Murga, Gran Maestre de la Logia Sol Argentino nº 160, y Francisco Baño, Pedro Iraola y Román de Lucía, miembros de ella, y otros como J. González, Nicanor Duarte, J. Querencio y J.Mª Muñiz. La ciudad ?dedicada a Mariano Necochea, general del Ejército Libertador de San Martín y Maestro de la Logia Virtud y Unión de Lima- está definida por la escuadra y el compás, símbolos de la Masonería, y contiene numerosas alegorías, construcciones y diseños de ese significado.
Un centro alejado de la costa y muchos símbolos de la orden
Cuando los fundadores de Necochea la diseñaron, pretendían situar el centro administrativo y social en la línea de costa. Pero Baño sugirió separarlo tres kilómetros del mar «para evitar las molestias que los médanos, la arena y el viento podían causar». Su sabia decisión provocó que sus compañeros le concediesen el honor de ser él quién plantase la primera bandera de la fundación.
La orientación de Necochea está resaltada ?además de en iglesias, edificios, cines, teatros, estatuas y nombres de plazas y calles- en lo que es el primer monumento masónico de la ciudad y del país que, al mismo tiempo, recoge el ideario de la Masonería. Son dos Columnas que representan la entrada al Templo del Rey Salomón: según la Biblia, una lleva el nombre de Joaquín (J) y la otra, el de Boaz (B) y simbolizan la Belleza y la Fuerza. El Templo es una alegoría del interior de cada persona. Y sus siglas ?A.L.G.D.G.A.D.U- significan: «A la gloria del gran arquitecto del Universo».
La Piedra del túmulo está en bruto, representa la esencia natural de la persona. El Mazo alude a la voluntad para educarse y mejorarse. Y el Cincel es la metáfora de la inteligencia para modelar la piedra, para que el ser humano se perfeccione. La Cadena
es la unión y solidaridad que los humanos deben tener para levantar al caído, por eso el eslabón está suelto. La Escuadra es símbolo de rectitud y el Compás, de justicia. En la piedra están grabadas las palabras Libertad, Igualdad, Fraternidad y al dorso, las cuatro virtudes cardinales: templanza, prudencia, fortaleza y justicia.
Necochea está emplazada sobre la costa y la desembocadura del río Quequén. Su planificación estuvo ligada a la economía agroexportadora y al ocio turístico derivado de sus interminables playas. Y su rápido y gran desarrollo vino marcado por tres factores: la llegada del tren en 1892, la construcción del puerto de Quequén en 1911 y el primer balneario en 1890.
Presidió Hijos de Vivero en Buenos Aires, la entidad que construyó escuelas en Cervo, Burela, Xove y San Cibrao
Francisco Baño fue uno de los siete socios que el Centro Vivariense de Buenos Aires ?que presidía Francisco Donapetry- expulsó en 1908 por pretender que la entidad no solo fuera de ocio y recreo sino que se posicionase políticamente y colaborase con la sociedad de Vivero y su Comarca en Cuba para construir escuelas. Los expulsados eran influyentes, tenían ideas republicanas y galleguistas y estaban vinculados, sobre todo, a Cervo, Xove y O Vicedo. Así que en 1909 constituyeron una nueva sociedad ?Centro Hijos del Partido de Vivero en Buenos Aires- que recogiera esos principios e ideas.
En ella, destacaron, sobre todo, Ramón Manuel Fernández Álvarez, de Daián, alma mater, promotor y presidente; Miguel Crego, de Cervo, secretario y redactor de los Estatutos; y Francisco Baño, de Xove, también presidente. Crego y Baño fueron quienes dirigieron una carta a Rafael Altamira ?historiador, pedagogo y regeneracionista vinculado a la Institución Libre de Enseñanza- el 26 de julio de 1909 comunicándole su nombramiento como socio de honor de Hijos del Partido de Vivero.
El nuevo centro emigrante contaba con 300 asociados y tenía una sede en la calle Bartolomé Mitre 3761. Entre sus servicios figuraban la concesión de préstamos, una bolsa de trabajo, una mutua de seguros, clases formativas y nocturnas y las ayudas que prestaba socios desfavorecidos. Pero, sobre todo, sobresalió por promover y construir escuelas en Cervo (1919), Burela (1924) y Xove (1929) y comprar el terreno sobre el que se levanta la de San Cibrao, financiada por el filántropo José Mª Montenegro e inaugurada en 1931.