Medio siglo de la Ruta de Pardo de Cela

y. garcía FOZ / LA VOZ

A MARIÑA

XAIME RAMALLAL

Fue pionera en Galicia, impulsada por Suso Fernández, como oferta organizada que aúna «arte, historia y leyenda» y recorre Foz, Mondoñedo, Lourenzá, Alfoz y O Valadouro

17 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre los tiempos remotos en que nacieron las jacobeas hasta en el presente con las que vertebran toda A Mariña por costa e interior, hubo una ruta mariñana en particular que nació en la década en la que comenzaría a despegar a nivel nacional el turismo. Y esa fue la de Pardo de Cela, una iniciativa que surgió en 1971 como alternativa a la oferta de playa, de la mano de Suso Fernández a título particular, extendiendo posteriormente la Asociación de Comerciantes de Foz, que presidió presidente, una mano de colaboración que también tomaron de aquella las O Valadouro, Mondoñedo y Lourenzá, con apoyo de concellos y dando como resultado un itinerario histórico-cultural y paisajístico en torno a la figura del mariscal. «Supone un gran atractivo turístico para esta zona de A Mariña», se comentaba posteriormente, con un trayecto consolidado en 1989. Fue tal el éxito que se llevaron a cabo excursiones en autocar que tenían paradas obligadas como la torre alfocense de Pardo de Cela y el pico de A Frouxeira, donde tuvo lugar una de sus gestas más conocidas en la época feudal, Bispo Santo, San Martiño o el monasterio laurentino cuya fachada es obra del mismo autor de una de las de la Catedral de Santiago.

«El entorno geográfico en que el famoso Mariscal se movió queda prácticamente deli­mitado por el recorrido que re­gocijará a gentes con un míni­mo de curiosidad y deseos de aprovechar sus vacaciones y acumular al mismo tiempo en su acervo cultural el conoci­miento directo de los hechos históricos que, en este caso, desbordaron en su momento los límites de una comarca e in­cluso una región, ya que los mismos Reyes Católicos llega­ron a sentirse inquietos ante la resistencia de Pardo de Cela, al que sólo la traición pudo llevar al cadalso», se describía en La Voz cerca de los 90 con motivo del periplo inaugural de la ruta con alcaldes, patronales de comerciantes, colectivos, turistas y vecinos. En 1990, se celebró, además, la primera marcha cicloturista Ruta Pardo de Cela, sumándose los deportistas sobre dos ruedas al apoyo al recorrido, bajo la organización del Club Ciclista Foz, de 80 kilómetros.

En 1994, la Xunta de Galicia sometía a estudio su inclusión en el registro de rutas turísticas gallegas. Al respecto, Suso Fernández señalaba en aquel paso clave a nivel oficial que lo importante era que se conocieran las posibilidades de la comarca y que la gente supiese que A Mariña tenía más opciones que la playa para sus planes vacacionales. De hecho, ya en 1987 el Concello de Foz se anunciaba en este diario de esta forma: «Foz. Turismo todo el año». Y ofertando la Ruta Pardo de Cela como un mix de «arte, historia y leyenda».

En 2001, con motivo del 30 aniversario, su «inventor» Suso Fernández recordaba en La Voz de Galicia que fue una «novedad absoluta» a nivel autonómico, pues «no existía ninguna ruta organizada en Galicia», declaraba su impulsor. «Fue una ruta pionera en Galicia, fue una idea innovadora», señalaba entonces, también porque en cada parada se iban dando explicaciones a los visitantes sobre el valor de cada enclave, es decir, ya contaba con guias. O Mundo de Galea, asociación de la que fue Fernández portavoz, nacería en parte para promocionarla.

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Anécdotas: cuando un sueco tocó la gaita en A Frouxeira

En la entrevista de 2001 a Suso Fernández, él recordaba los orígenes de la que después bautizaría como Ruta Pardo de Cela, pues la primera vez y como tal, formó parte de la oferta de una comisión de fiestas. Él también contribuyó por su parte a darla a conocer en al menos más de cien artículos, decía, en medios de comunicación. Recordaba, a su vez, que cuando organizaban la ruta en autocar «José Trapero Pardo iba todos los años». Los primeros viajes eran en Autos Botes y costaban diez pesetas cada uno. También rememoró el día en que un turista sueco y enamorado de Galicia, Steffan Morling, se puso a tocar la gaita en A Frouxeira dejando a todos sorprendidos.