Miles de familias buscan sus orígenes a través de los archivos de la Iglesia

Ramón Loureiro Calvo
RAMÓN LOUREIRO FERROL / LA VOZ

A MARIÑA

Pepa Losada

La Diócesis de Mondoñedo-Ferrol recibe al año unas 3.000 peticiones de información

05 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La Diócesis de Mondoñedo-Ferrol recibe cada año un promedio de 3.000 solicitudes de información sobre orígenes familiares llegadas desde los más diversos puntos del país. Unas peticiones de datos, señalan desde la propia diócesis, a las que todavía hay que sumar dos centenares de solicitudes más procedentes de otros países, y que en su mayoría llegan desde el otro lado del Atlántico.

Todas estas solicitudes de información suponen, para el archivo de la diócesis, con sede en Mondoñedo -en dependencias pertenecientes al conjunto del palacio episcopal, anexo al templo catedralicio-, un volumen de trabajo constante por el que no se cobra cantidad alguna, más allá de algún simbólico euro por fotografiar algún documento.

Y aunque cada vez son más las solicitudes de información que llegan a través del correo electrónico, todavía son muchos quienes acuden personalmente al archivo solicitando ayuda. Un archivo que tiene a su frente al canónigo catedralicio Félix Villares Mouteira, quien tras el fallecimiento de monseñor Cal Pardo ha tenido que asumir, también, la dirección de estas dependencias.

El archivo diocesano de Mondoñedo-Ferrol es uno de los grandes tesoros documentales de Galicia. Allí se encuentran ya, a día de hoy, gran parte de los viejos libros de registro de sus 422 parroquias, así como los ingentes fondos que el propio archivo fue atesorando a lo largo de los siglos.

El legado de la historia

La de Mondoñedo-Ferrol, la de la Galicia del Norte, es una diócesis de muy limitados recursos económicos, pero a cambio posee un extraordinario patrimonio cultural, al que no son ajenos sus fondos documentales.

Unos fondos documentales que no solo son útiles a los historiadores, sino también a miles y miles de familias que cada año se dirigen al archivo con la esperanza de poder conocer sus auténticas raíces.

Es sabido que la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol no se parece, por lo singular de su historia, a ninguna otra diócesis del mundo. Su origen se remonta a la llegada, por mar, entre los siglos V y VI, de los cristianos celtas que venían huyendo, desde las islas británicas, y tras la caída de Roma, de la persecución de los sajones. El Bertón de Ferrol y la Bertoña de A Capela aún guardan, a través de la toponimia, la memoria de aquellos britones, bretones -así se les llamó también en la Armórica de Francia- o britanos. Posteriormente vinieron los vínculos medievales con Dumio -de la que llegaron a ser titulares los prelados mindonienses- y la magna, la inmensa figura de San Rosendo, gran pacificador de su tiempo. Pero esa ya es otra historia, por supuesto.

La imborrable huella de Enrique Cal Pardo entre los viejos muros de la catedral

A decir verdad, monseñor Cal Pardo (1922-2016), prelado de honor de Su Santidad el Papa, deán de la catedral mindoniense y uno de los grandes medievalistas españoles del pasado siglo, se ocupó, estrictamente, del archivo catedralicio de Mondoñedo, no del diocesano. Pero sería injusto pasar por alto hasta qué punto su magna figura intelectual iluminó, hasta su fallecimiento, la intensa relación de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol con la historia de Galicia. Fue él, sin duda, quien sirvió de puente entre el patrimonio documental diocesano y un gran número de las principales figuras de la investigación histórica española.

Vivió por y para la catedral. Cuando por su edad dejó de ejercer la docencia universitaria en el Instituto Teológico Compostelano, se concentró por completo los viejos pergaminos del archivo catedralicio. Poco antes de su muerte, nonagenario ya, seguía publicando. En su último libro despejó definitivamente algunas de las brumas que rodeaban el tiempo de Pardo de Cela, personaje del que era un profundísimo conocedor, y del que sabía muy bien hasta el lugar exacto de su sepultura.

Un gran amigo de Cunqueiro

Gran amigo de Cunqueiro, Cal Pardo se había formado en la Universidad de Comillas. Al final de su vida, el Papa le concedió, por su labor -y al igual que a monseñor García Amor, otra de las grandes figuras pastorales e intelectuales de la Diócesis de Mondoñedo Ferrol y canónigo que continúa en activo-, el título de prelado de honor.

Cal Pardo descansa, como él quería, en el claustro de la catedral mindoniense. No muy lejos de la puerta por la que accedía a diario a su despacho del archivo. Galicia entera está en deuda con él. Conviene tenerlo presente.