Ya no es un sueño. Es una realidad. El Resurrection Fest es una referencia entre los mejores festivales de Europa y un líder indiscutible en su propio territorio. Así lo avalan crítica e industria musical, con sus respectivas nominaciones en los European Festival Awards y Premios Fest. Pero, por y sobre todo, su razón de ser es una auténtica legión de seguidores que lo ha hecho crecer a lo largo de su breve historia hasta cotas insospechadas.
A estas alturas, parece incuestionable la impecable labor que ha logrado tal éxito de masas. Bastó una década para conseguir la plena internacionalización. Se ha pisado fuerte el acelerador para pasar de 0 a 1.000 revoluciones en un tiempo récord. ¿Pero cómo se ha llegado hasta aquí?
Hace diez años que la semilla del cambio y la lucha contra lo preestablecido, tan presentes en estos días, se sumaron a la fuerza de la juventud y las ganas de respirar libertad, tolerancia. Un compromiso a dos bandas que ha hecho posible cumplir el objetivo. Más aún. Ha superado expectativas en todos los sentidos.
Este músculo sostiene con firmeza los pilares del Resurrection Fest. Su base es tan sólida que cada movimiento no puede hacer más que sumar. Se trata de una aportación cultural, económica, social? Y sí, promocional.
En su décimo aniversario, la organización vuelve a dar el salto para regalarle a sus fans lo mejor de sí. El festival volverá a batir nuevos récords de asistencia y de impacto económico en toda A Mariña. Un legado de alguien que tuvo la voluntad y valentía de confiar en este proyecto. El gran rockero Melchor Roel. A por todas, chavales. Y que sean otros diez años más de superación.