Solsticio entre fuentes

A MARIÑA

27 dic 2014 . Actualizado a las 14:15 h.

Comenzará otro invierno. Para unos será un solsticio más, para otros una fecha menos en el ciclo vital del hombre en la tierra. Los que empezamos el día asomándonos a la mar, viendo su estado, sin cansarnos nunca de sus colores, respetando su espacio o soñando con volar hacia su inmensidad, necesitamos descubrir o percibir como la luz juega con aquellos lugares que se han hecho atemporales por tantos solsticios pasados.

Todo un rito disponer de agua dulce

Tiempo hubo en que disponer de agua «dulce» era todo un rito. Ahí, pozos y fuentes antes que aljibes, obligaban al paseo diario por el camino que conduce al discurrir del agua para consumo humano. Hoy casi se ha convertido en anécdota, elemento de bucólico paisaje, lugar que muchos jóvenes desconocen mientras para otras generaciones eran citas y trabajo cotidiano en las necesidades del hogar, aquel que se calentaba desde una cocina fabricada en Sargadelos, dotada de horno y baño maría, que transformaba piñas y madera en calor.

Y todo ello en un lugar dónde la mar es alfa y omega. Como nos recordaba el gran Eduardo Chillida al lograr su obra «El peine de los vientos» y ubicarla con esa maravillosa perspectiva donostiarra. «Es una locura tratar de competir, en grandiosidad con la mar, el viento y las rocas».

Algunos hacemos inventarios de fuentes, muiños, pozos artesianos, campanarios, pequeñas ermitas, cruceiros y petos de ánimas, quizá para explicar cómo las luces tenues del solsticio de invierno no sólo ponen grises en el horizonte marino, también en otros lugares de esta Mariña nuestra dónde somos afortunados caminantes de senderos. Hoy quiero invitaros a buscar fuentes.

Fuente de Lieiro. Entre la iglesia que descubrió una talla del siglo XII, y la casona rectoral con huerta, en la que se encontraron documentos para saber cómo un Presbítero del siglo XVII dejó prevista la atención a los caminantes en el Hospital de San Andrés en Islas San Cyprianus.

Fuente de San Roque en Cervo; a la que se accede por un cuidado camino adoquinado dónde los dos caños del agua están bajo la protección de un peto de ánimas, y ese ciervo de la leyenda que da nombre al lugar.

Fuente de A Lama, en Rúa de los Caballeros, con el hermoso Pazo que se perfuma con dos camelios y reza en la ermita; lugar que reunía al consejo de administración de Sargadelos o servía de escondite amoroso al que póstumamente pasó a la historia como Marqués de Sargdelos y Conde de Orbaiceta.

Y hablando de tales. Necesario visitar las tres fuentes de Sargadelos. la que llaman de La Santa, en las proximidades de la iglesia dedicada a Santiago; la de la entrada al Pazo con los blasones de su esposa. O la da Tella, que brota, para y entre, las aguas del río Xunco.

Símbolo del transcurrir de la vida

Fuente en Rueta, cuyas piedras muestran extrañas inscripciones realizadas en el siglo XVII, en un lugar que se llama Fontao y que permite divisar la llegada de bucaneros a la ensenada dónde desemboca el Rúa.

Nuestras fuentes no pretenden competir con la de Trevi, con las de la cultura Árabe, con las de la Barcelona de Idelfonso Cerdá, ni siquiera con las de nuestra mágica capital Mondoñedo.

Fueron descanso para el caminante mientras saciaba su sed. Son símbolo del transcurrir- entre solsticios- de la vida en una tierra fértil por húmeda.