Veintiocho objetos religiosos, cuatro ordenadores, una pata de cabra, destornilladores y un teléfono

La Voz

A MARIÑA

07 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

De lo que logró recuperar la Policía Nacional, el supuesto cabecilla guardaba en el restaurante que regía los veintiocho objetos religiosos, lo más valioso del botín. Además de registrar el Cantarrana, las fuerzas de seguridad también entraron, con la correspondiente orden, en la habitación del hostal donde se alojaba la pareja.

Junto al lote de piezas robadas en las iglesias a la banda les fueron intervenidos cuatro ordenadores portátiles (tres robados en el colegio de Galdo, con documentos escolares), tres destornilladores, una caja de llaves, un teléfono móvil y una pata de cabra, que probablemente la banda empleó en alguno de los trece robos de los que está acusada.

Al mercado de antigüedades

Nada menos que once copas y cálices, una cruz, una figura que parece representar el Corazón de Jesús, cuatro recipientes de diferentes formatos, uno con numerosas monedas, y dos bandejas. Todo eso lo habrían ido acopiando en los robos con fuerza que se le imputan en la iglesia de Bravos (Ourol), donde entraron en tres ocasiones; en la también ourolense de San Pantaleón; y en las viveirenses de Galdo (donde entraron dos veces), Magazos, Chavín y Vieiro.

Cuentan fuentes vinculadas al caso que el supuesto cabecilla les decía a los cinco veinteañeros que todos esos objetos eran para fundir, opción no descartable pero que mermaría los ingresos. Porque realmente su verdadero valor no es el metal del que están hechos, plata en la mayoría de casos, sino su diseño y antigüedad, aparte de su valor religioso. Por eso no se descarta que P.M.O. estuviese engañando a los chavales, para restarle valor a lo que tenían, y que su destino real sería el mercado de antigüedades, donde no todos pueden introducir objetos robados.