Los orígenes del Halloween norteamericano se remontan a los celtas y la fiesta llegó a Estados Unidos por emigrantes europeos en el siglo XIX. En aquel país es costumbre que los niños se disfracen en la noche del 31 de octubre y pidan dulces por las casas, una costumbre que también acabó exportándose a otros países occidentales.
Los escolares mariñanos también combinan las dos celebraciones, la del Samaín y la del Halloween. Desde hace varias semanas algunos supermercados mariñanos venden ya calabazas para esta fecha y tiendas como librerías ofrecen sus escaparates temáticos con máscaras y disfraces alusivos al mundo de los muertos.