Frente a la hiperactividad de Nicolas Sarkozy, la serenidad de François Fillon. Vuelve a repetirse ese momento peligroso en la historia de la V República, cuando la popularidad del primer ministro hace sombra a la del propio presidente.
Sarkozy no hace más que bajar en los sondeos; Fillon mantiene una progresión lenta, pero constante. El último del Instituto BVA sembró simultáneamente el orgullo y el terror en las filas conservadoras: el 43% de los franceses declararon que Fillon sería su candidato al Elíseo en el 2012 frente a un 29% que optaron por Sarkozy.
De natural discreto, el primer ministro se hace el sordo cuando le sugieren un destino presidencial, y el mudo ante los que se sorprenden de la cantidad de veces que ha tenido que corregir las declaraciones de Sarkozy, especialmente en política económica. «Hace dos años no existía, hace seis meses estaba a punto de dimitir y ahora soy presidenciable», manifestó Fillon a primeros de mes en la cadena de televisión France 2.
Según el Canard Enchaîné, Sarkozy cree que a su primer ministro «se le han subido las encuestas a la cabeza». Le Monde sostiene que en Matignon los más próximos al presidente son tratados como espías? Y de Gaulle se deshizo de Pompidou, y Mitterrand de Rocard.