Los cuatro ataques de las últimas dos semanas han causado más de un centenar de víctimas mortales
22 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Un doble atentado suicida ha causado al menos 64 muertos y en torno a 80 heridos cerca de Islamabad, en el ataque más sangriento en lo que va de año, perpetrado ayer contra la principal fábrica de armamento militar en el norte de Pakistán. El atentado, el cuarto en los últimos diez días, se ha producido en medio de una situación crítica para el país después de la dimisión del presidente, Pervez Musharraf, y de una escalada de violencia en el conflictivo noroeste paquistaní.
Los suicidas hicieron estallar las cargas explosivas que portaban en dos de las puertas de acceso al complejo que alberga el cuartel de Wah, a las afueras de la ciudad histórica de Taxila, en torno a las 14.40 horas locales.?Gran parte del personal de la instalación, que fabrica armas y municiones y en la que trabajan unas 40.000 personas, estaba abandonando el recinto cuando se registraron las explosiones.
Las fuerzas de seguridad acordonaron la zona tras el atentado y los servicios de rescate trasladaron a los heridos a hospitales cercanos de Taxila y Rawalpindi. Mientras, el Ministerio de Interior declaró el estado de «alerta máxima» en todo el país.
El movimiento Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), que aglutina a los grupos talibanes paquistaníes, reivindicó la autoría del ataque a través de su portavoz, el clérigo Omar.
El Gobierno paquistaní, formado a finales de marzo, dio un giro a la política antiterrorista del ex presidente Pervez Musharraf y optó por iniciar negociaciones de paz con grupos insurgentes de la zona fronteriza. Aunque llegaron a firmarse algunos acuerdos de paz, con la mediación de consejos tribales, la violencia ha rebrotado en las últimas dos semanas, en las que el Ejército ha lanzado operaciones en cuatro zonas del país dominadas por grupos insurgentes.
Amenaza de los talibanes
El TTP ya había amenazado con más ataques mientras continúe la operación que el Ejército ha lanzado contra los insurgentes en la demarcación tribal de Bajaur, donde en dos semanas han fallecido más de 600 personas en combates, la mayoría integristas.
«La guerra contra el terror no se puede ganar a la defensiva», declaró el primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani. «Nuestro enemigo merodea en silencio dentro de nuestra sociedad. Esta es nuestra propia guerra», reiteró Guilani. El primer ministro paquistaní, cuyo discurso dio a entender que el Gobierno abandona la vía del diálogo con los talibanes, dijo que Pakistán debe «sacar de su escondite al terrorista, obstruir sus planes y hacer frente a las amenazas antes de que emerjan».
El incremento de la violencia coincide con una situación de atolladero político, con las dos fuerzas mayoritarias de la coalición gubernamental incapaces de llegar a un acuerdo para resolver la crisis judicial y la sucesión de Pervez Musharraf, quien dimitió como presidente el pasado lunes.