Sarkozy reúne a líderes de 43 países en su deseo de unir el Mediterráneo

Esperanza Suárez

INTERNACIONAL

Es la primera gran iniciativa que emprende el dirigente francés desde que ocupa la Presidencia de la UE

13 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Solo el presidente libio faltará en la impresionante foto de familia que hoy se harán en el Grand Palais de París cuarenta y tres jefes de Estado y de Gobierno, los de la UE y sus vecinos de las riberas sur y este del Mediterráneo. La intención es abrir una puerta a la cooperación y la reducción de los desequilibrios con proyectos medio ambientales y de infraestructuras, una iniciativa de Nicolas Sarkozy, de la que saldrá una declaración final aún sin cerrar.

El presidente francés ha tenido que ceder y multiplicar sus acciones en varios frentes para que la Unión por el Mediterráneo vea al fin la luz. Superó las tiranteces con Bruselas, las reticencias de España, solo convencida cuando la aceptó como continuación del proceso de Barcelona de 1995, y sobre todo la hostilidad de Alemania, cuya canciller, Angela Merkel, consiguió que Sarkozy integrara en el proyecto a los 27 en su conjunto, después de amenazar con bloquear el resto de las grandes prioridades de la Presidencia de turno francesa.

España ha propuesto precisamente Barcelona como sede del secretariado general de la nueva organización, aunque el Elíseo ha dado a entender que preferiría una ciudad de la otra orilla mediterránea.

Marruecos, Túnez, Egipto, el Líbano y Jordania aplaudieron la iniciativa desde el primer momento. Turquía acabó por aceptarla como un consuelo a sus aspiraciones de adhesión a la UE. Argelia y Siria fueron mucho más difíciles de convencer. La asistencia de Abdelaziz Bouteflika costó dos viajes a Argel del ministro de Exteriores francés, uno del primer ministro y otro del propio Sarkozy. La del sirio Bachar el-Assad ha requerido algunas reconsideraciones del presidente francés sobre la situación en el Líbano y una contestada invitación oficial a asistir al desfile militar de mañana, fiesta nacional del 14 de julio, donde compartirá tribuna con José Luis Rodríguez Zapatero.

Con Gadafi fue misión imposible. El presidente libio, recibido en París en diciembre con fastos y honores, no ha dejado de atacar el proyecto, que juzga digno de la época colonial. Afirma, además, que es peligroso porque «no hará sino atizar el terrorismo islamista», según sus propias palabras.