Lo apodaron el matrimonio diabólico cuando lo acusaron de secuestrar, violar y asesinar a siete chicas y de intentar lo mismo con otras tres entre 1987 y el 2003 en varias localidades de las Ardenas, en Bélgica y el noreste de Francia. Ayer, más de veinte años después de su primer crimen, se sentaron en el banquillo de un juzgado de Charleville (Francia), en el primer día de un juicio que puede costarles la cárcel de por vida. Franceses y belgas aún recuerdan con estupor su cadena de atrocidades, dignas de la más tétrica trama de suspense.
Michel Fourniret, de 66 años, y Monique Olivier, de 59, se conocieron en 1986 cuando el primero, que cumplía condena por violación, insertó un anuncio en un periódico local francés: «Prisionero desearía mantener correspondencia con persona de cualquier edad para olvidar su soledad». Cuando salió de la cárcel un año después, apenas tardó unos días en contraer matrimonio con Monique, la única mujer que le había respondido. A los dos meses ya se habían cobrado su primera víctima.
Según la prensa belga, que cita a los psiquiatras que lo trataron, Fourniret tiene una mente sádica, manipuladora y perversa, que le hace disfrutar no tanto del asesinato como del placer de observar a sus víctimas aterradas y humilladas. La primera fue Isabelle Laville, de 15 años, a la que siguieron, en más de tres lustros de espanto, Fabienne Leroy, Jeanne-Marie Desramault, Elisabeth Brichet, Natacha Danais, Céline Saison y Mananya Thumpong, todas de entre 12 y 22 años.
Detención
La Justicia belga también investiga si Fourniret hizo lo mismo con Estelle Mouzin, desaparecida en París poco antes de su detención. El presunto criminal solo pudo ser capturado cuando otra niña de 13 años, a la que había secuestrado en Charleroi, al sur de Bélgica, y a la que llevaba atada en el capó de su coche, logró escapar y apuntar el número de su matrícula.
Ayer, Fourniret se negó a declarar y alegó que no respondería a las preguntas del juez si el juicio no se celebraba a puerta cerrada, e intentó sin éxito leer un largo texto escrito en un pergamino atado con un lazo. Su mujer, Monique, está acusada como coautora de un asesinato y cómplice de otros cinco, pero su abogado asegura que está arrepentida y que quiere pedir perdón a las familias de las chicas. Puede que nunca lo obtenga.