Cesáreo Señor se acostumbró a cruzar el Atlántico desde que era un niño. «Mi padre fue gallego y en los veranos yo venía a su pueblo, a Vilaxe, en A Pontenova», recuerda. Años más tarde, la nacionalidad española que heredó de su progenitor le ha dado una segunda oportunidad.
-Decidió venir a Lugo tras ser secuestrado en México...
-Allá, en mi familia, fabricábamos pan, burritos, y nos iba bien, pero la situación ha empeorado mucho. Abundan los secuestros, los asesinatos... Uno está trabajando y en un momento puede perderlo todo. Quiero mucho a México, a mi país, pero hay mucha inseguridad, y después de lo que me pasó, preferimos salir.
-¿Cómo ve la vida en Lugo?
-Hay algo que mucha gente no valora: vivir en una ciudad tranquila como Lugo, eso no tiene precio. Aquí te vas de vinos y puedes volver a las tantas, con tranquilidad. Aquí no conocen lo que es vivir con miedo.
-¿Cómo está percibiendo la acogida de la gente?
-En general, la gente te acepta bien, pero en los últimos años vio una desbordada de inmigrantes y, como en todos lados, unos vienen a trabajar y otros a vivir sin trabajar, y eso genera desconfianza.
-¿Y como inmigrante asalariado en un negocio?
-Honestamente, creo que alguna gente (empresarios) quiere sacar ventaja de uno. Dicen que venimos de un país tercermundista, que México es tercermundista. Por eso también me motiva demostrar que la gente inmigrante es capaz de generar empresas. Es cierto que se requiere un esfuerzo importante, pero se trata de alcanzar un sueño.