Oficialmente se llama plaza Independencia y por su boca de metro circulan miles de porteños cada día. Pero pocos se paran a leer la leyenda que figura al pie del busto que domina el recinto: «A colectividade galega de Bos Aires a Castelao». Estamos en una de los márgenes de la célebre avenida 9 de julio. A esa altura confluye la zona más gallega de Buenos Aires. A seis cuadras encontramos la Federación de Sociedades Gallegas, que alberga el Museo de la Emigración. A pie por el barrio de San Telmo llegamos a parque Lezama. Allí se erige el cruceiro que dirige el Camino de Santiago urbano, que termina al otro lado de la ciudad, donde la iglesia del Apóstol luce los escudos de las provincias gallegas.
Volviendo al suroeste, es obligado el paseo por la avenida de Mayo, donde aún se ven las huellas de Seoane y Cuadrado en el Café Tortoni y se oye gallego en las reuniones de la Asociación de Amigos de la Avenida. Pero la gran pasarela galaica es la avenida Belgrano. En el 2199 está el Centro Gallego, que conserva la habitación donde murió el autor de Sempre en Galiza tal como la dejó el 7 de enero de 1950. En esta zona vamos del teatro Castelao al bar Breogán pasando por el restaurante O'Toxo.
Pero en los otros cincuenta barrios también se multiplican los comercios con nombres de pueblos y aldeas, como en el más de medio centenar de centros de la colectividad repartidos por toda la geografía porteña, por la que circulan los autobuses con la carrocería Galicia y afloran oficinas del Banco Galicia. En la calle Florida lucen los murales de Colmeiro en la cúpula de las Galerías Pacífico. Para comer impera cualquier clásico de la avenida de Mayo, o el Morriña, en el barrio de Colegiales, no muy lejos del cementerio de la Chacarita, donde reposan muchos emigrantes en tierra expresamente traída de las cuatro provincias. Todo en la quinta. Genuinamente gallega.