Un hijo sordomudo que vivía en la misma casa también sufrió quemaduras al intentar salvar al anciano
18 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La aldea de Imende (Noicela-Carballo) despertó ayer con un sobresalto. El hombre de más edad de la parroquia, José Veiga Mato, de 101 años, pereció a primera hora de la mañana al incendiarse su manta eléctrica a causa de un cortocircuito. Cuando los bomberos llegaron a su cuarto ya lo encontraron sin vida. Estaba boca abajo sobre los restos de su cama, completamente destruida por el fuego.
El suceso ocurrió sobre las ocho de la mañana. Una vecina que suele ir a caminar a esa hora vio salir humo de la casa de Veiga, en la que solo vivían el anciano y su hijo sordomudo. En un principio creyó que la humareda provenía de la caldera de la calefacción, pero pronto se percató de que se trataba de un incendio, por lo que dio la voz de alarma. Como nadie abría, unos vecinos entraron en la vivienda por una ventana para salvar a los ocupantes, pero cuando estaban dentro, y según cuentan en el lugar, «o dano xa estaba feito».
Cuando llegaron los bomberos a la casa siniestrada José Veiga ya se encontraba sin vida, y su hijo, Antonio Veiga Sánchez, de 74 años, daba muestras de haber inhalado humo al intentar salvar a su padre. También sufre quemaduras en dos dedos. Según todos los indicios, el fuego que causó la muerte al anciano de Imende se originó en una manta eléctrica que solía utilizar. De hecho, una sobrina del fallecido afirmaba ayer por la tarde que ya era la segunda que José Veiga tenía. Las llamas destruyeron la cama en la que dormía y un armario, así como otros enseres de la misma habitación. Sin embargo, en el resto de la casa solo se percibían los efectos del humo sobre las paredes.
Los vecinos de la localidad estaban consternados ante la pérdida de uno de los lugareños más queridos. A pesar de sus 101 años, José Veiga mantenía mucha relación con los otros habitantes del lugar. Su nuera, Matilde Muíño, que vive cerca del inmueble siniestrado, asegura que la noche anterior había estado jugando a las cartas: «Estivo con dous veciños. Gustáballe a brisca». Solía echar unas partidas para distraerse antes de irse a la cama. El anciano y su hijo sordomudo eran conocidos en toda la parroquia. «Antonio atendía moi ben a seu pai», relata una parienta. Otros dos hermanos solían ayudarle cuando lo necesitaba.
El cadáver del anciano fue trasladado al Hospital A Coruña con el fin de realizarle la correspondiente autopsia y determinar de forma definitiva las causas de la muerte.
José Veiga solía comentarle a sus allegados que se encontraba muy bien de salud. Una sobrina suya comentaba ayer que, a veces, alardeaba de su buen estado y que siempre le decía: «Nunca me doe nada».