El susto que en la madrugada del miércoles se llevaron José Sandá y Felicitas, su mujer, tardará tiempo en pasárseles. Pese a ello, no pierden el humor. Al menos José, que coge el teléfono desde la habitación que ocupa en el Hospital Clínico de Santiago con bastante ánimo. Apenas treinta y seis horas antes, un coche se empotró en el dormitorio de su casa. Mientras la pareja dormía tranquilamente, el vehículo arrastró la cama hasta el otro extremo de la habitación. Pero lo cuentan. Aunque no recuerden mucho de lo que sucedió. «Eu non sei o que pasou. Non me enterei de nada ata que cheguei ao hospital. E a miña muller tampouco. Imaxínate, ¡ás seis da mañá!». Felisa tiene varias costillas y la clavícula rotas. José dice: «Non aguanto da espalda». Los dos comparten habitación y señalan que «aínda temos para rato».
Más aún para volver al número 41 de la rúa do Penedo, en donde viven, ya que primero irá un perito y los técnicos para evaluar si la estructura está dañada. Por el momento ni José ni Felicitas saben cuándo va a ser. «A nós dixéronos que a ían arreglar, pero non sabemos». Aunque los vecinos no se extrañaron del accidente -porque aseguran que los coches pasan a mucha velocidad por una calle estrecha en donde las casas están pegadas al asfalto-, ni a José ni a su mujer les había ocurrido nunca nada parecido. Y tampoco creen que sea una zona muy peligrosa, «peor é o que vai borracho», apuntan. Ahora esperan a recuperarse de las heridas, del susto y también la casa en la que viven.
Mientras, en la rúa do Penedo, en el barrio de Conxo, muchos hablan de lo que ocurrió. Los vecinos aseguran que no les extraña. «Esto era unha corredoira, e tivémola que asfaltar os veciños cunha axuda do Concello e de empresas que están aquí. Agora que está asfaltada os que veñen do hospital pasan a toda velocidade para arriba e para abaixo. Nesa casa [señala una vivienda situada en un cruce] calquera día van matar a alguén», se lamentan.