Pese a que la emigración tiene cada vez mayor dimensión en los listados electorales en Galicia, la influencia política real de la diáspora es mínima. En lugar de haber perdido cuatro escaños desde la instauración de la democracia (uno por provincia, sumando el que está a punto de ver desaparecer la circunscripción de A Coruña en las elecciones del próximo 9 marzo), Galicia contaría hoy con cinco actas de diputados más si los emigrantes fuesen computados en sus provincias de origen para el reparto de las plazas de las Cortes.
Cada provincia tiene derecho a dos escaños como mínimo, repartiéndose el resto del hemiciclo proporcionalmente en función del número de residentes efectivos en el momento de cada cita de carácter general con las urnas. De esa manera, son computados incluso los inmigrantes que no pueden votar para elegir al presidente del Gobierno, mientras que los emigrantes, que sí pueden emitir su escrutinio, no son contabilizados para el reparto de diputados por circunscripciones. Si se computasen los 324.388 emigrantes gallegos mayores de 18 años, A Coruña conservaría el escaño que ahora va a perder y sumaría un segundo, mientras que las otras tres provincias subirían también uno.