El Ejecutivo publicará de inmediato un reglamento para precisar que todos los nietos de emigrantes podrán hacerse españoles
11 ene 2008 . Actualizado a las 19:27 h.Definitivamente la reforma del voto emigrante va para largo. Si es que llega algún día. Todo indica que en las próximas elecciones municipales y autonómicas los cientos de miles de gallegos en el extranjero seguirán eligiendo a alcaldes de pueblos que en muchos casos ni siquiera conocen, y al presidente de la comunidad. Todos los partidos reconocen en Madrid que la reforma no es tan sencilla como se piensa en Galicia y que será necesario cambiar la Constitución, una barrera que hasta ahora se ha mostrado infranqueable en anteriores intentos de consenso.
Y si el voto en el extranjero en urna y otras reformas tendrán que esperar, lo que echará a andar en breve es el reglamento de la disposición adicional séptima de la ley de memoria histórica que permitirá a los descendientes de emigrantes hacerse españoles. No sin dificultad, desde luego. Cuando parecía que la cosa no podía complicarse más y que las diferencias de interpretación sobre la posibilidad de que los nietos de emigrantes se hagan españoles, la definitiva y auténtica explicación del texto no es ninguna de las manejadas hasta ahora.
El asunto es tan sencillo como que los hijos de todos los emigrantes -al margen de donde nacieran, de su ideología y del motivo de su marcha- podrán hacerse españoles. Y como estos pueden transmitir directamente la nacionalidad a sus hijos, todo nieto que quiera hacerse español podrá lograrlo. Esta es la interpretación oficial que da el PSOE. Y, al contrario de lo que se dijo en su día en el propio Grupo Socialista, el párrafo de la ley que alude a los nietos de los exiliados se refiere en efecto solo a los nietos de los represaliados por Franco que, como excepción y para justificar la inclusión de la norma en la ley de memoria histórica, podrán adquirir la nacionalidad directamente sin que sea necesario transmitirla primero de padres a hijos.
Habrá que esperar dos años
A estas alturas resulta difícil entender el funcionamiento de una ley que en todo caso no se aplicará hasta dentro de dos años. Por ello, el Gobierno aprobará de inmediato, probablemente en el próximo Consejo de Ministros, el reglamento que aclarará todas las dudas y despejará los malentendidos de una confusa redacción de la ley.