Carrera sin alma junto al puerto

Toni Silva Enviado especial

DEPORTES

Felipe Massa ganó su cuarta carrera de la temporada por delante de un Hamilton que apenas le inquietó

25 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

A las cuatro de la tarde, Pedro Martínez de la Rosa intentaba salir del circuito urbano cuando se vio rodeado por varias decenas de personas que le impedían el paso. Pronto comenzó una sucesión de toqueteos en sus brazos y fotografías con cabezas torcidas sobre su hombro. Los aficionados, rotos por la temprana ausencia de Alonso, querían recuperar el sabor español del Gran Premio de Europa y decidieron exprimir al probador de McLaren.

Cuando el verano se instalaba sobre el puerto valenciano, cuando el circuito deparaba un interesante gran premio plagado de interrogantes, Nakajima, aquél que debutó en Brasil arrollando a dos operarios de su escudería, dejó la carrera sin alma antes de cumplirse la primera vuelta. En el bucle que unía la cuarta y la quinta curva, el japonés, rebasado anteriormente por el asturiano, embistió al R28 provocándole daños irreparables. Los 115.000 espectadores esperaban la mancha azul y amarilla pero solo descubrieron a Piquet mucho más retrasado. Lanzaron un grito unánime de desolación cuando las pantallas gigantes mostraron el accidente. Quedaba hora y media de carrera bajo un sol maltratador de mediodía, un bochorno denso y ningún aliciente en la pista. ¿Quién va al estadio a ver un partido donde no juega el equipo de casa? Aún no se había cumplido la primera vuelta y todo el público sintió que la entrada se había encarecido de repente.

Quedaba al menos el consuelo de ver un intenso duelo entre Ferrari y McLaren, o mejor, algún revés de Hamilton, pertinaz enemigo de Alonso en el sentir popular. Pero ni así. El inglés estuvo a punto de perder la segunda plaza en curva inicial en un ataque de Kubica pero, superado el lance, el trío de cabeza escenificó hasta el final una cabalgata de los tres reyes magos sin amagos de adelantamiento en un circuito que ofrecía anchuras de quince metros.

Sin extraer una ventaja considerable, Massa solo tardó catorce vueltas en acudir al box. En McLaren, quizá temiendo un coche de seguridad que pudiese complicar el podio de Hamilton, obligaron al inglés a repostar dos giros más tarde. Poco a poco el Ferrari ganaba distancia pero siempre por debajo de los diez segundos. A la salida del segundo repostaje, el brasileño se emparejó con Sutil y a punto estuvo de dar al traste con su ventaja. La FIA anunció entonces una investigación y el temor a una penalización al brasileño se extendió por Ferrari. Finalmente quedaría en una multa de diez mil euros.

Un nuevo temor amenazó la posición de privilegio de Massa: el motor de Raikkonen le dejaba plantado a once vueltas del final, justo una carrera después de que el brasileño hubiera sufrido la misma suerte en Hungría. Desde el box rojo, la madre de Massa apretó entonces un crucifijo y todo acabó bien.

¿Es que no hay nadie que rece por Alonso?