La supuesta conversión al islam de la cooperante española Alicia Gámez ha añadido un elemento de dramática realidad a los secuestros de occidentales por parte de AQMI (Al Qaida del Magreb Islámico).
Desde que, el 2007, el Grupo para la Oración y el Combate argelino se fusionara con Al Qaida, los atentados suicidas habían sido la principal modalidad de ataque de los fundamentalistas islámicos en el norte de África. Pero ahora, según los analistas mejor considerados a nivel internacional sobre Al Qaida, es el año de la mutación del grupo terrorista global. Del ansia de la centralización de su cúpula dirigente a una estructura reticulada compuesta por diversas células, organizadas a través de miles de páginas de Internet.
Lo vemos en el último vídeo, de su productora recientemente creada, Al Ándalus, en el que se exhibe como Gámez se habría convertido al islam. ¿Su nombre? Aisha, la última esposa del profeta Mahoma. Se casaron cuando ella, hija de Abu Bakr, el primer líder de los suníes, una vez materializada la división de los chiíes, tenía 9 años, y Mahoma, más de 60.
Las tácticas de Al Qaida pasan ahora por Internet, hasta el punto de que la inteligencia occidental se concentra en la amenaza de lo que denominan una guerra cibernética que anularía los sistemas de seguridad de intereses vitales. La CIA ha creado un proyecto, denominado Gestionar la Barbarie, para intentar adelantarse a la amenaza.
Por lo pronto, el rompecabezas de AQMI es el que pilla más cerca de casa. En una zona, el Sahel, que en árabe quiere decir frontera, al sur del Sáhara, que en árabe quiere decir desierto. Un cinturón que recorre 10 países subsaharianos, del Atlántico al mar Rojo. La zona crítica, donde fueron secuestrados los españoles, se extiende entre Mauritania, Argelia y Mali. No hace falta más que ver el mapa, con sus líneas rectas a modo de fronteras entre ellos, para descubrir que fueron trazadas artificialmente. Datan, como la Línea Durand -que también divide en balde Afganistán de Pakistán-, del siglo XIX, cuando dio comienzo, en el congreso de Berlín (1884-85), el expolio de África. Esas líneas que dividen una tierra de nadie, son ahora los límites del terror que impone Al Qaida del Magreb Islámico.