La decepción y el cansancio se apoderan de los obreros del metal

ECONOMÍA

Asumen el coste de la huelga y la consideran justificada, aunque temen que su esfuerzo no haya valido de nada

12 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El sector más duro de la industria saca fuerzas de flaqueza para restaurar un ánimo seriamente tocado tras 27 días de huelga. La desunión sindical, la postura inamovible de la patronal ante una petición de subida salarial que comenzó en el 6% y ahora está en el 4%, la dura actuación policial y el rechazo de la calle han generado una atmósfera enrarecida en el retorno al trabajo. Más que unas nóminas mermadas (cada obrero perdió un 60% del salario) lo que más preocupa a este colectivo es que su protesta no haya sido entendida y que, de alguna manera, la imagen de unidad y fortaleza de los trabajadores del metal esté ahora cuestionada.

No será por falta de empeño. Es difícil calcular los cientos de kilómetros que han recorrido a pie cada día de movilizaciones, incluido el infructuoso peregrinaje a Compostela. Pero de las secuelas físicas ya están recuperados, porque están acostumbrados. «Es un trabajo penoso, que acarrea un gran cansancio, aunque la gente de la calle no lo entiende», dice Roberto Vázquez, trabajador de Barreras.

Pero les queda la duda de si tantos días de salario perdido han servido para algo. Alberto Fariña, operario de una auxiliar de Barreras, es de los que creen que al final habrá acuerdo satisfactorio. «Debimos parar antes, pero valió la pena y mantengo la esperanza de que se cumplan nuestras reivindicaciones». Lo cierto es que, de momento, la negociación está congelada.