Pese al aviso de la CNMV, las entidades logran vender acciones preferentes con rapidez a través de su red
19 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.La banca española ha logrado colocar con rapidez, en apenas cinco meses, desde enero hasta este junio, algo más de 10.000 millones de euros de un producto inicialmente ventajoso para entidad y cliente: las acciones preferentes. Es un título financiero que ofrece alta rentabilidad, pero condicionado a que el banco o caja obtenga beneficios al acabar el ejercicio. Desde enero, 15 entidades las han comercializado. La última, el Santander.
Pero conviene leer bien la letra pequeña. No consta que públicamente el Banco de España haya puesto objeción alguna a esa fórmula. Pero sí lo ha hecho la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El regulador ha avisado por escrito al generalizarse la oferta de preferentes: «Se trata de un instrumento complejo y de riesgo elevado que puede generar rentabilidad, pero también pérdidas en el capital invertido».
Los bancos y las cajas se valen de su red comercial para colocar ese producto, especialmente entre sus clientes más fieles. «Apenas se logra arañar clientes de la competencia», admite un ejecutivo bancario. De hecho, antes de emitir preferentes, en las sucursales se pregunta a sus clientes más fieles si optarían a un producto de este tipo. Todas las entidades gallegas han recurrido a esas fórmulas en los últimos meses por un importe conjunto de unos 680 millones. Caixanova aún tiene abierta la venta.
¿Qué son las preferentes?
Las preferentes, nacidas en el 2003, son un producto muy propio del sistema español. Son títulos similares a las acciones, pero de carácter perpetuo y sin valor político. Es decir, su propietario no tiene derecho a acudir a una junta de accionistas o a una asamblea general. El fondo que ingresan bancos y cajas por comercializar las preferentes va directamente al capital, de manera que mejoran sus ratios de solvencia, como el Tier 1 -el capital más básico- y el BIS.
¿Por qué tanto negocio ahora?
El Banco de España obliga, siguiendo normativa internacional, a mantener unas ratios de solvencia concretas (un 4% para el Tier 1 y un 8% para el BIS), de manera que si se baja de ellos se puede llegar a una intervención. Como esos niveles están cayendo, las financieras buscan maneras de mejorarlos, y las preferentes son la mejor fórmula porque refuerzan capital de forma directa. Es la mejor -la única, más bien- salida que tienen las cajas, porque no pueden hacer ampliaciones, como sí les queda a los bancos. Las emisiones no pueden sobrepasar el 30% de los recursos propios y varias cajas ya lo rozan.
¿Cuál es su principal atractivo?
La rentabilidad. En las preferentes, el interés inicial no baja del 7% anual. «Los clientes buscan una forma de salir de cuentas tan poco remuneradas», ratifica Marian Fernández, responsable de Estrategia de Inversis Banco. Con el precio oficial del dinero en el 1% y el euríbor también en mínimos históricos, las entidades apenas pueden ofrecer productos muy atractivos. Las financieras, además, se basan en una relación de confianza con el cliente para colocar esos nuevos productos.
¿Se pueden vender los títulos?
Las preferentes son acciones a perpetuidad, es decir, el dinero inicial puede no recuperarse. Sin embargo, las entidades consultadas aseveran que, de una u otra forma, se podrían recomprar las acciones «pero a precio de mercado». Es decir, llegado el caso, por debajo del importe inicialmente desembolsado. Sin embargo, resultaría muy extraño que esa opción de reventa se pudiera ejecutar en alguno de los tres primeros años de vigencia de la acción.
¿Qué riesgos tienen?
Uno es esa dificultad para vender las preferentes, lo que impide al cliente disponer del dinero si le hace falta con urgencia. El segundo es, precisamente, la rentabilidad, que no está garantizada. Porque los bancos y las cajas tienen condicionado el pago de esas preferentes a la obtención de resultados positivos. El Pastor habrá de destinar unos 18 millones de euros de sus beneficios tras impuestos; Caixa Galicia, otros 11 este año, y 22 en el 2010; y Caixanova, 9,2. Si sus resultados no fueran suficientes para cubrir todo lo comprometido, se abonaría una parte proporcional. Si el resultado es negativo a final de año, no se lleva nada.