La mayoría de los ganaderos coinciden en señalar la imposibilidad de reducir más sus costes de producción dada la fragilidad y la dependencia de factores externos que tiene el sistema de producción láctea intensiva, que es el mayoritario en Galicia. «Falan moito de reducir custos, pero aquí ninguén nos di como facelo, e tal e como están estruturadas agora as granxas galegas é ridículo falar de volver ao pastoreo e de prescindir dos pensos, porque a propia Administración foi a que subvencionou este tipo de modelo produtivo», señala uno de los cuatro socios de una sociedad agraria de transformación de Santa Comba, que incide en la necesidad de dotar a las granjas de mayor base territorial como única forma de mejorar la competitividad.
«Ter unha carga gandeira de dúas vacas por hectárea, como está a dicir algún industrial lácteo é unha utopía tal e como está a distribución da propiedade en Galicia», lamenta. «Iniciativas como a do Banco de Terras -continúa-, pese a estar ben plantexadas, non lograron o seu obxectivo de aumentar a superficie agraria útil das granxas, polo que haberá que poñer en marcha outras solucións». Eso ya le corresponderá al nuevo Gobierno de Galicia.
En la actualidad, la superficie media de las explotaciones lácteas gallegas apenas supera las 15 hectáreas de terreno. Son seis veces menos que las que tienen disponibles, por ejemplo, los ganaderos franceses. El criterio de la carga ganadera -es decir, el de medir animales por hectárea de terreno- cada día está más presente en las políticas europeas de ayuda al sector, y también en las que se opta por buscar una mayor protección ambiental frente a la actividad agroganadera. Así, para tener acceso a determinadas subvenciones europeas -por ejemplo, la prima adicional por vaca nodriza- es necesario no superar las 1,5 unidades de ganado mayor por hectárea, criterio que a día de hoy no cumple la inmensa mayoría de las granjas lácteas de la comunidad.