Iberia advierte a British que las dos son magníficas firmas y pueden volar solas

Julio Díaz de Alda

ECONOMÍA

04 feb 2009 . Actualizado a las 10:22 h.

Te quiero. Ya no te quiero. La historia de amor entre British Airways (BA) e Iberia toma tintes de culebrón. Si hace un tiempo era la compañía británica la que apostaba con más firmeza por la alianza, ante una posición de debilidad de la española, ahora las tornas han cambiado. Hoy es Iberia, que vale más en Bolsa que su socia, la que lanza el mensaje de que todo se resolverá en un mes.

Sentados a la misma mesa, el presidente de Iberia, Fernando Conte, y el director de estrategia de BA, Robert Boyle, dieron la impresión de hablar de cosas diferentes al referirse a la fusión. El primero se mostraba «optimista». El segundo afirmaba que los accionistas de British no aceptarán perder el control en la hipotética operación y que «la consolidación es un proceso incierto, largo y que puede que no llegue nunca». La británica quiere al menos un 58% de la futura compañía. Minutos más tarde, Fernando Conte, ya sin la presión de tener a su lado a Boyle, señalaba que la cuestión se resolverá en marzo «en el sentido que sea». Y añadía que tanto British como Iberia son magníficas compañías que pueden volar solas. Todo un cruce de mensajes poco coordinados y centrados en un intento de defender posiciones individuales que se produjo en el acto de celebración del décimo aniversario de la alianza One World. Un encuentro en el que el gran ausente fue el consejero delegado de British Airways, Willie Walsh. La versión oficial dejó a Walsh en Londres a causa de la nieve. El máximo responsable de BA ha sido en los últimos días muy afilado en sus declaraciones sobre la «lógica» supremacía de la británica respecto a la española. Tres son las cuestiones que se han de dilucidar. La primera, el reparto de poder. Desde que se planteó la operación, Iberia ha remontado en Bolsa hasta valer algo más que su socia. La gobernanza de la futura aerolínea tampoco está resuelta. BA no tiene accionistas en su consejo, lo que sí sucede en Iberia. Y, por último, la sede, que iba a instalarse en una ciudad neutral (Ámsterdam), pero que a instancias de Walsh podría ser Londres.