Cada día son más las personas que aprovechando los bajos precios de los animales en origen se están apuntando a la moda de cebar terneros en su propia casa y ahorrar con ello mucho dinero en la cesta de la compra, al menos, en lo que a carnicería se refiere. Se trata, evidentemente, de habitantes de zonas rurales o comarcas limítrofes que, sin ser ganaderos, disponen de espacio suficiente para albergar un animal de estas condiciones durante al menos siete meses.
Optar por el «hágalo usted mismo» permite conseguir por menos de 400 euros alrededor de 150 kilos de carne, cantidad con la que una familia media puede cubrir buena parte de sus necesidades anuales de esta parte de la dieta. El cálculo que lo demuestra es sencillo. Hoy es posible encontrar terneros frisones de aproximadamente mes y medio de edad por unos 40 o 50 euros. Si se opta por un animal de raza rubia gallega o limousine, el importe a desembolsar aumenta, como mínimo, en 200 euros. La diferencia entre los frisones y estos últimos radica en el rendimiento cárnico que se consigue, pues el sabor es bastante parecido en animales con pesos al sacrificio inferiores a los 200 kilos por canal.
Hasta su destete, estos ejemplares consumen dos sacos de leche en polvo, cuyo precio ronda los 60 euros. A partir del tercer o cuarto mes, son alimentados con pienso específico de engorde, e incluso se aprovechan para ello productos de las propias huertas de los criadores.
En el caso de los concentrados, el consumo estimado para los siete meses de vida del animal se sitúa, a razón de 4 kilos diarios, en 800 kilos, es decir, 280 euros. Transcurrido este período y dependiendo de la calidad de cada animal y de su alimentación, el peso del canal se situaría entre los 150 y los 170 kilos.
Es decir, gastando 390 euros se logran más de 150 kilos de carne, lo que supone un precio por kilo de 2,50 euros. A todas luces, esta cifra resulta sensiblemente inferior a la que el consumidor pagaría si tuviera que acudir a cualquier carnicería a comprarla.