En plena crisis, el mercado laboral mejora las bonificaciones para el autoempleo de jóvenes y mujeres, garantiza retribuciones en caso de enfermedad y permite el tratamiento especial para aquellos emprendedores que reciben de una empresa al menos el 75% de sus rentas. Son avances vinculados al Estatuto del Trabajo Autónomo, que cumple un año. La norma, que recoge derechos y deberes de más de tres millones de ocupados por cuenta propia, entró en vigor el 12 de octubre del 2007. Todavía tiene pendiente el desarrollo de varios capítulos, entre ellos, la cobertura de paro ante el cese involuntario de la actividad, medida que los emprendedores esperan con expectación.
Fuentes próximas a la negociación apuntaron que se baraja el establecimiento de una cuota inferior al 3% sobre la base de cotización. El dinero, que cobrará la Seguridad Social y que posiblemente gestionarán las mutuas de accidentes de trabajo, irá a un fondo.
Un largo proceso
El estatuto fue el resultado de la organización del colectivo, que comenzó a hacerse oír y a insistir en la necesidad de equiparar su protección social a la de los trabajadores por cuenta ajena, aunque para ello tenía que subir su contribución al sistema.
El pasado 30 de septiembre, la Seguridad Social contaba con 3.372.692 afiliados en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), que representaban alrededor del 18% de la población activa. Su aportación al producto interior bruto llegaba al 20%. De ellos, 232.727 se dedicaban a tareas del campo y procedían del Régimen Especial Agrario.
Para el director general del Trabajo Autónomo, Juan José Barrera, el balance es positivo, opinión que comparten también los responsables de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) y de la Unión de Profesionales Autónomos (UPTA), vinculada a UGT.