«Los que nos acusan de no haber estado pendientes no tienen ni idea de lo que conlleva hacer un ochomil»
DEPORTES
Cuando alcanzaron la cumbre del Annapurna, ningún miembro de la expedición adivinaba que podía comenzar la tragedia.
-¿Cuándo se dieron cuenta de que Tolo Calafat estaba mal?
-Realmente no te das cuenta. Llegamos a la cumbre más o menos todos juntos. La subida se hizo muy larga y Tolo llegó cansado, pero normal, como todos, no le vimos especialmente agotado. Nos hicimos unas fotos y rápidamente empezamos a bajar. Enseguida cogimos el corredor y cada uno bajamos a nuestro ritmo.
-Y él se quedó atrás...
-Sí, quizá porque no tiene tanta técnica como nosotros, porque su deporte son las carreras. Y los coreanos habían quitado la cuerda, pero como iba con un sherpa estábamos tranquilos. Hasta que se hizo de noche y como él llevaba las frontales nos paramos a esperarle. Estuvimos esperando dos horas y media y, cuando notamos que empezábamos a congelarnos, llamamos al campo base y nos dijeron lo que pasaba. Sin luces y con principios de congelación, decidimos encordarnos en corto los tres y bajar aprovechando la luz del frontal de Dawa. Alcanzamos el campo 4 pasadas las doce de la noche. Nos hidratamos y estuvimos toda la noche en vela, porque teníamos la esperanza que Tolo llegara.
-Algunos les acusan de no estar pendientes de él.
-En estas montañas cada uno tiene que ser totalmente autónomo y tomar sus decisiones. A partir de ahí, toda la ayuda que te venga es de regalo. Hay que ser consciente del riesgo. No se puede depender de otras personas. Los que nos acusan de no haber estado pendientes, con todos los respetos, no tienen ni idea de lo que conlleva hacer un ochomil.
-¿No podría haberle dicho a Tolo que se diera la vuelta?
-No soy nadie para dar órdenes allí arriba. En todo caso, es una decisión que tenía que haber tomado él. No soy ni su padre ni su madre para decirle qué es lo que tiene que hacer.