El gallego Eiriz Mata, árbitro internacional de fútbol playa, trabaja como guardia civil en San Sebastián y viaja una vez al mes a su tierra para pitar en Tercera
08 mar 2010 . Actualizado a las 02:11 h.Rubén Eiriz presume de las dos profesiones más arriesgadas de hoy en día: guardia civil y árbitro de fútbol. Y de ambas está más que orgulloso. Su único problema radica en que para compaginarlas ha de recorrer, como mínimo, 1.400 kilómetros al mes, pues su casa cuartel se levanta en San Sebastián, mientras él regresa a A Coruña para pitar en la Tercera gallega. «Prefiero seguir arbitrando en mi tierra por seguridad y porque para ascender tengo más posibilidades reales en Galicia que en el País Vasco», señala. Eiriz Mata libra en su trabajo dos fines de semana seguidos al mes, que es cuando el Comité le asigna los partidos.
La pasada temporada este colegiado coruñés quedó segundo en el ránking de colegiados de la categoría, pero no ascendió porque acababa de ascender de Preferente y la normativa impide subir a los debutantes. No será el caso este año, el segundo en Tercera. «Sí que noto el cambio de categoría. Yo practico deporte de forma natural y hago lo mismo que antes, pero acabo los partidos más cansado», dice.
Su terreno es la playa. Como uno de los cuatro colegiados internacionales españoles en esta modalidad, cuya organización acaba de asumir la FIFA, acudió a los dos últimos mundiales celebrados en Brasil y Dubái. En este último, celebrado en noviembre, dirigió la final como árbitro principal junto a un uruguayo y a un turco. «Fue muy curioso, porque el uruguayo comentaba que venía de pitar al Nacional, y al Sao Paulo en la Copa Libertadores, y el turco arbitra habitualmente en la Liga Europa, mientras que yo acababa de hacer un Alondras-Vilalonga», recuerda.
En realidad, Eiriz Mata es el único árbitro internacional con que cuenta Galicia en la actualidad, después de que el ourensano Bernardino González Vázquez, el único integrante del Comité Gallego que milita en Primera, renunciase a su escarapela de la FIFA el pasado año. «Tengo 30 años -afirma Eiriz- y para mí es un acicate saber que puedo progresar en esta profesión y pitar algo tan bonito como un Mundial. En cierto modo, sí que pienso que el fútbol playa puede convertirse en mi futuro». En España ya se ha disputado el primer Campeonato de Selecciones Autonómicas y está en proyecto una liga profesional. «Incluso para el torneo del fútbol playa que se disputa todos los veranos en Riazor se está contactando con clubes gallegos para que cada uno mande un equipo», apunta. Este fin de semana el coruñés tomó parte junto a los otros tres árbitros internacionales españoles en un curso nacional, que se celebró por primera vez en A Coruña. El próximo verano, los internacionales de fútbol playa tomarán parte en la habitual concentración de los colegiados de Primera.
Grupo de Alto Rendimiento
El arbitraje también le da satisfacciones cuando se pone el tricornio. Pertenece al Grupo de Alto Rendimiento de la Guardia Civil, que le concede una beca y numerosas facilidades para acudir a los torneos. «Para el Mundial no tenía vacaciones y el director general me autorizó expresamente para viajar», explica el coruñés, feliz por el trato recibido. «Ser árbitro me da un estatus en el Cuerpo, tengo mejor horario que muchos compañeros y estoy mejor visto por los mandos», apunta.
Su caso, ser colegiado de fútbol y pertenecer a la Guardia Civil, no es único. Hay un asistente de Segunda División que también viste tricornio y en la misma Tercera gallega pita un sargento de la Guardia Civil de Tráfico en Lalín. «Claro que tengo anécdotas sobre eso de ser árbitro y guardia. La mayoría son de llamarme desde la grada ''picoleto de tal'', pero la temporada pasada fui a un partido de Tercera Regional y estaba en el vestuario, que era un caseto de ladrillos, y escuchaba que decían: ''A este había que meterlle unas tortas''. ''Non'', contestaba otro, ''que é picoleto''. ''Entón imos a polo coche'', replicaba el primero. Pero al final no pasó nada», asegura el colegiado.