Un delantero de la selección sub-21 del Principado, que jugó el martes en León contra España, reparte su familia paterna en la Costa da Morte, entre Cee y Dumbría
08 mar 2010 . Actualizado a las 13:21 h.El martes, decenas de personas de Cee y Dumbría siguieron con gran interés el partido de fútbol que enfrentó en el estadio El Toralín de Ponferrada a las selecciones nacionales sub-21 de España y Liechtenstein. Lo hacían atraídos sin duda por su afición al balompié, pero sobre todo para aplaudir el trabajo de un paisano que vestía la camiseta azul del pequeño Principado centroeuropeo: Iván Quintáns.
Este delantero de 20 años (21 el próximo 15 de octubre) hunde sus raíces entre Olveiroa (Dumbría), de donde es su padre, y Cee, donde tienen su casa familiar. Es una de las piezas claves del modesto equipo del Liechtenstein, con enormes probabilidades (en realidad, casi todas) de pasar a la absoluta en los próximos meses. Iván espera que sea ya en el verano, así que a la vuelta le tocaría enfrentarse con los mayores a España. De momento es una ilusión, pero nada irreal.
En León disfrutó enormemente con el partido. El gozo pudo ser mayor si uno de los disparos no lo hubiera repelido Asenjo, el meta español. «Ata o minuto 72 estivemos iguais, empatados, pero despois marcáronnos dous e xa non puidemos facer nada», explica desde Liechtenstein. Esta aparente igualdad fue la que le hizo sacar los colores a los jugadores españoles, criticados en algunos foros por la debilidad exhibida ante un grupo al que se le presupone menor calidad. O que, al menos, están lejos de la profesionalidad de los jugadores que tenían delante. «Aquí case todos temos que ter un traballo aparte do fútbol», confiesa Iván. El suyo está en las oficinas de una empresa.
Iván Quintáns nació en Liechtenstein, en el pequeño y bellísimo pueblo (poco más de 5.000 habitantes) de Schaan, en el que ha desarrollado buena parte de su carrera deportiva. Su padre emigró de la Costa da Morte hace treinta años y ya se quedó allí, tras casarse con una croata, la madre del futbolista.
Pero él tira más hacia Galicia. «Na miña casa sempre se falou galego, incluso miña nai o fala», indica. Y además, viene a Galicia al menos una vez al año, sigue las noticias de su tierra y mantiene un contacto fluido con los gallegos del Principado, en el que se da un curioso fenómeno: de los poco más de 350 españoles residentes (pese a que la cifra oficial los sitúa en 474, pero los datos no se han actualizado), el 99% son gallegos, y casi todos, de la Costa da Morte. Así que aquello, sobre todo en las fiestas, es como una parroquia más, muy adaptada a las condiciones de un país que es algo mayor que Coristanco y tiene 35.000 habitantes, poco más que en Carballo.
Iván está feliz en ese lugar principesco de bonitos jardines y viñedos, pero no le importaría jugar en España. De momento ha subido un peldaño con respecto al Schaan y esta temporada milita en el USV Eschen/Mauren, que compite en la Segunda División de Suiza, un país en el que algunos futbolistas oriundos de Bergantiños y alrededores también han hecho fortuna sobre el césped. «O fútbol é o que máis me gusta», reconoce, al mismo tiempo que asume que la importancia de este deporte es limitada en su país. Señala que su ídolo es Messi, aunque su altura (1,85 metros y 77 kilos) lo aproximen más a otros delanteros del Barça, casualmente también de ascendencia croata y emigrados. Su equipo favorito, el Barcelona.
Iván entrena a diario, tras acabar el trabajo en la oficina. Ya está en forma tras haber superado una lesión en un pie que lo dejó fuera del terreno del juego entre septiembre y enero. Antes de despedirse, recuerda el partido contra España y esa espinita por no haber conseguido un resultado mejor, ya que hubo tuteo buena parte del encuentro. «Podíamos ter aguantado, pero...». A ver con la absoluta, si llega a ella.