Imprevisible y peligroso. Así podría definirse al equipo de Xavi Sastre, que una temporada más tiene claro que al baloncesto se gana anotando más que el rival y no esperan a que el rival anote menos.
Es cuestión de filosofía y en la isla el público está acostumbrado a partidos de alta puntuación y ritmo de juego alto, no obstante estamos hablando del equipo máximo anotador de la categoría, aunque ni mucho menos tenga de los mayores presupuestos.
La pieza básica en el equipo balear es su base, Joan Riera. Todo un veterano de la LEB Oro, que incluso la pasada temporada ayudó a salvarse del descenso a todo un Estudiantes de ACB. Anotación, dirección, sacrificio defensivo y liderazgo en la pista, son las facetas que domina a la perfección y que ya pudo sufrir en sus carnes el COB en el choque de la primera vuelta.
Carles Bivia vuelve a tener una oportunidad como segundo base, de las mismas cualidades que Riera, salvo la experiencia y que se ganó protagonismo en el equipo.
Un perímetro letal
Además de Riera, sus jugadores exteriores son de rachas y muy peligrosos por su anarquía y capacidad anotadora. Marc Blanch es una garantía de puntos desde el perímetro y un jugador de rachas. Israel Pampín, todo un clásico del baloncesto balear que siempre cumple con puntos e intensidad. Bonds es el jugador complemento, anárquico y que anota con facilidad en transición o desde el 6,75.
Y su juego interior ni mucho menos es de los débiles. Northen, regresa de una lesión pero es su jugador franquicia por intimidación, anotación y rebote. Green y Amador, dos interiores polivalentes, que hacen daño también desde media y larga distancia y Alzamora es el capitán y el jugador que pone la dosis de intensidad y experiencia necesaria. Un conjunto que depende de su acierto exterior.