El Celta supera con nota su estreno ante la parroquia de Balaídos

X.R. Castro

VIGO

Los pucelanos nivelaron la contienda en el segundo acto, pero les faltó puntería para llevarse el Quinocho

14 ago 2009 . Actualizado a las 02:47 h.

El Celta se quedó con el Memorial Quinocho doblegando a un Valladolid de Primera División, pero por encima del resultado están las sensaciones, y las que dejó el equipo vigués en la presentación ante su afición fueron notables. Muy superior en el primer tiempo, con un juego notable y voluntarioso en el segundo cuando la contienda se abrió. Le faltó un poco de puntería para firmar un triunfo más holgado.

El Celta hizo las veces de anfitrión perfecto en el primer tiempo ante un Valladolid tan indolente como ausente que apenas pasó del medio del campo. El acto fue un monólogo en toda regla pese a la plaga de bajas que persigue al conjunto vigués. Comenzó con dos penetraciones de Saulo con pésimos centros desde la derecha, continuó con un balón franco que Cristian desaprovechó en la izquierda y que desembocó en un puñado de cabezaso francos que no tuvieron la puntería debida. Michu estaba solo para marcar a placer, Fabricio respondió a un testarazo impecable de Catalá y hasta Vascos Fernandes estuvo cerca de estrenarse en Balaídos.

Todo, con Bustos y Catalá sacando a relucir su capacidad para el corte y con Trashorras en el papel estelar de oráculo del equipo. Suyas fueron las mejores asistencias y alguna falta con intención que no encontró portería por poco.

Pero tanta superioridad no tuvo reflejo en el marcador, y tan solo sirvió para que el público despidiese con una cerrada ovación a los suyos en el intermedio.

El Valladolid se estiró un poco más en el arranque del segundo tiempo y un fallo garrafal de Falcón en un centro lateral, un obús terrorífico de Pelé en una falta y un disparo de Medunjanin repelido por el gaditano a punto estuvieron de ponerle por delante en el marcador. En este acto los pucelanos presionaron más y los vigueses perdieron frescura, lo que provocó un partido más abierto con las alternativas. Quien mantuvo el tono fue el codificador de fútbol que Trashorras lleva incorporado en sus mejores días. Como en el primer tiempo, dio pases de todos los colores.

A medida que se acercaba la recta final el partido y con los cambios (especialmente en el Celta) entró en una fase de decandencia, con el fútbol alejándose de las áreas y con las oportunidades reducidas a la mínima expresión.

En ese escenario y para alimentar las leyes del fútbol llegó el tanto local. Fue suficiente un tiro casi sin ángulo de Saulo, tras asistencia de López Garai, para que Fabricio hiciese todo lo demás. Introducir el balón en su portería colándosele entre sus piernas.

En la contra siguiente, en una contra, Saulo tuvo la sentencia pero el balón salió fuera por un palmo. No era necesario. Los pucelanos no tuvieron reacción y el final resultó plácido del todo para los locales. Un baño de confianza.