Todos pensamos que podría llegar a triunfar en un club grande en Portugal, pero nadie aquí se atrevió a soñar siquiera que un chico salido del Andorinha iba a ser el mejor jugador del mundo. Cristiano Ronaldo empezó desde cero y quizá tuvo más suerte que el resto, pero lo que ha hecho lo ha convertido en el hombre más importante de este pequeño archipiélago de 250.000 habitantes.
Quizá, más allá de su impacto como futbolista, lo más importante para quienes lo consideramos el orgullo de Funchal sea el hecho de que nunca haya renegado de unos orígenes humildes. Pese al interés que ha despertado en todo el mundo después de su éxito, de ganar el Balón de Oro o de sumar decenas de títulos con el Manchester, Cristiano Ronaldo siempre puso a su familia por delante de cualquier otro interés. Se preocupó siempre de garantizar el bienestar de sus padres y sus hermanos, que en multitud de ocasiones le han agradecido públicamente su comportamiento.
Cada noticia sobre el jugador se vive con pasión en Madeira, donde la gente festeja cada uno de sus éxitos, ya sea con la selección o con el club por el que fiche, que se convierte de inmediato en el favorito de los madeirenses. Aunque él viaje cada vez menos al lugar donde nació, su madre sigue residiendo aquí y participa en todo tipo de actos sociales.
En diez años trabajando para la sección de Deportes de este periódico he podido seguir con sorpresa la evolución de Cristiano como futbolista, culminada ahora con un traspaso récord al Real Madrid, que con el fichaje se ha ganado 250.000 nuevos seguidores en un rincón de Portugal.