El lucense vive una nueva experiencia en el deporte de élite entrenando a la mejor júnior de los países del Golfo Pérsico
22 may 2009 . Actualizado a las 03:23 h.De Galicia a Omán viajó hace días Óscar Burrieza siguiendo los pasos de la mejor júnior de los países del Golfo Pérsico. A los 33 años, el jugador lucense, que acarició un puesto entre los cien mejores del mundo en los noventa, se mantiene así ligado al deporte de élite. Junto a la omaní Fatma Al-Nabhani, la mejor júnior del golfo Pérsico, vive además toda una experiencia.
Burrieza entrenaba el año pasado en Portugal cuando los hermanos de Fatma Al-Nabhani se fijaron en él. Después, lo localizaron a través de una red social y le propusieron dirigir los pasos de la omaní durante tres meses. Se ocuparía tanto de la parte tenística como del físico, y la acompañaría «a los torneos con su madre». La experiencia, el regreso a la élite y la posibilidad de abrirse paso como entrenador le convencieron.
Entre la soledad y la ilusión
Pese a que la soledad y la vida alejado de su familia se le hace dura, considera la decisión un acierto. «Estoy muy contento con la experiencia y disfrutando de algo nuevo para mí. Poniendo todo en la balanza es una buena oportunidad, e intento aprovecharla», explica el lucense.
Trabaja ahora con la mejor deportista de Omán, un sultanato sin apenas tradición en la alta competición femenina. Recién cumplidos los 18 años, Fatma Al-Nabhani es la mejor júnior de los países árabes (74 en el ránking de la ITF) y se abre paso en el circuito femenino profesional (871 de la WTA). Durante una minipretemporada de tres semanas en Omán, Burrieza dirigió sesiones de seis horas diarias, con temperaturas «de 40 grados por las mañanas y unos 32 por la tarde noche».
«Tiene una buena derecha y un buen saque», explica el entrenador, que desconoce si a finales de julio ampliará la colaboración con la tenista omaní. El tiempo libre lo dedicaron durante la etapa en Omán a la pesca, la motonáutica... Hace días comenzaron la temporada de torneos, con el título en el modesto campeonato de los países del golfo Pérsico y un periplo que los llevará por Egipto, Marruecos, Londres, las previas de Roland Garros y Wimbledon... «Ahí espero que entre en el cuadro final», explica Burrieza. A partir de septiembre, Al-Nabhani dejará de disputar pruebas júniorz para volcarse en el calendario de la WTA.
Adaptación cultural
Acostumbrado a conocer diversas culturas en su etapa como tenista profesional, no le costó adaptarse a la idiosincrasia de Omán. «Es un país moderno, con centros comerciales que no tienen nada que envidiar a los españoles, por ejemplo, y todo tipo de restaurantes, playas, montaña... Respetan y conviven con todo tipo de personas y hay libertad para los extranjeros siempre y cuando respetes las costumbres locales, evitando en lugares públicos beber alcohol y las muestras de afecto, cuidando la vestimenta...», explica.