Los celestes iniciarán el encuentro a cuatro puntos del descenso y como quintos por la cola
26 abr 2009 . Actualizado a las 13:08 h.Ocho días después del ridículo de Vallecas el Celta vuelve a escena y lo hace además bajo presión. Tras muchas jornadas viviendo del fallo ajeno el Alavés ganó en la tarde de ayer en Girona y se coloca a cuatro puntos. Recuperar los siete de colchón y lavar la imagen del último partido es el doble reto que le espera a los vigueses ante un Levante que ya está literalmente de vacaciones.
La situación y los resultados del sábado -alguna vez tenían que ser proclive a los rivales del pelotón de los torpes-, exigen dignidad y la regeneración inmediata de un equipo que no ha parado de inventarse e inmolarse a lo largo de 33 jornadas. Si nada se tuerce, Eusebio emulará hoy a Pepe Murcia e intentará cortar la hemorragia de goles encajados con un 5-3-2 como sistema táctico. La antítesis del 4-3-3 que apostolaba y por el que apostó en sus siete encuentros anteriores. Todo vale si la seguridad defensiva y el sosiego llegan a un Celta que hasta ayer vivía de las desgracias rivales pese a su caída libre con un único triunfo en las últimas catorce jornadas.
Por primera vez en mucho tiempo los vigueses tendrán que jugar bajo presión, con la necesidad de recuperar el colchón para no verse involucrados en batallas postreras de dudoso resultado. Tanto es así, que en Vitoria ya han señalado al Celta como el objetivo a cazar. De hecho, arrancará el partido siendo el quinto por la cola. Tremendo.
Un rival perfecto
El Levante llega a Vigo bajo sospecha, pero quizás con ganas de hacer las paces. Con el celtismo sedado nadie ha calentado el ambiente recordando el presunto amaño del partido con el Athletic de junio del 2007 cuyo resultado final provocó la caída del equipo celeste en Segunda, pero los granotas transmiten desde la distancia una sensación de relax después de un año duro en lo extradeportivo que debería ayudar al Celta.
Viajan en el mismo día del partido, tienen los deberes hechos, acumulan bajas y no se juegan nada. El enemigo perfecto para sumar el décimo triunfo de la temporada -¡qué miseria!- y para pedir perdón por el pecado de Vallecas con fútbol. Decía el virtuoso Trashorras en un arranque de pragmatismo la semana pasada que a estas alturas tan solo contaban los resultados, pero en este caso hay una doble misión que cumplir. Ganar no tiene porque estar reñido con el mal juego. El cupo de suerte (ganar de rebote) del equipo de Eusebio ya está cubierto con la victoria sobre el Córdoba quince días atrás.
Un triunfo cortaría de raíz la renacida esperanza del Alavés y abonaría el camino hacia la salvación, pero un revés instalaría al equipo en la histeria, dejaría a Eusebio en una delicada situación y a la entidad mirando de reojo la posibilidad de su liquidación.