De la esperanza a la vergüenza

X.R. Castro

VIGO

06 abr 2009 . Actualizado a las 12:24 h.

Al borde del descenso. El Celta tan solo tiene por detrás el precipicio, el acabose, el descenso. Ya nadie queda entre el descenso y el conjunto celeste que ayer encadenó la décimo segunda jornada sin ganar. Cuatro puntos de 36 posible, la segunda peor racha de casi un siglo de historia.

La derrota en el Helmántico llegó como acostumbra. Con los vigueses adelantándose en el marcador y mandando con suficiencia en el primer tiempo, pero pagando su misericordia en los momentos de bonanza con otra derrota inadmisible. Al Salamanca le perdonaron la vida, y después terminó arrasando. Sacando a los celeste del campo en un segundo tiempo infame, indigno de la historia que jalona al celtismo.

De nuevo el Celta dio primero a domicilio. Buscó la manija del encuentro desde el inicio y abrió el marcador al cuarto de hora con un testarazo de Ghilas tras un servicio medido de Renan a balón parado. Por fin un gol de estrategia, el segundo de la temporada.

El tanto redujo a la nada los escalofríos que producía ver la banda izquierda del Celta, convertida en autopista para que Isaac Jové se hartase de ganar la línea de fondo, aunque después centrase pésimamente.

Este primer período confirmó que el Celta presionando arriba robaba con la máxima facilidad. Los charros apenas podían salir, pero tenían el patadón como recurso.

También al veterano Quique Martín en su fondo de armario, que Amaral rescató antes de la media hora para intentar nivelar el partido. Sin embargo quien pudo darle un golpe de gracia fue el Celta, que llegaba con una pasmosa facilidad al área rival. Lo hizo en dos ocasiones David apiadándose de sus ex, pero sobre todo tuvo el segundo Ghilas, pero sin portero estrelló el esférico por el lateral de la red.

La contienda se descosió en la recta final del primer acto. El Salamanca ganó presencia ofensiva pero siguió dejando frentes abiertos en su retaguardia, y aunque no hubiese ocasiones reales que llevarse a la boca sí llevó el partido al territorio de la confusión.

Patético segundo acto

Indultada en el primer periodo, el Salamanca salió decidido a atacar en el segundo acto, y esa mera declaración le valió para que Doñabeitia se aprovechase de un fallo de Fajardo para marcar de tiro cruzado y empatar.

Ghilas lo pudo arreglar en la jugada siguiente, pero Alberto hizo una de las paradas de la tarde tras un obús. Fue el único espejismo en medio del monólogo de la Unión. De repente su torpeza con el balón se vivió en virtud, y los miedos defensivos en frenesí atacante. Todo con la anuencia del Celta, que quedó grogi en la lona. Pese a que la historia se repite una y otra vez, sigue sin encajar los golpes. Desaparecido del campo, con la línea de presión en el medio de la nada y con la gasolina en la reserva. Como a los maratonianos, el muro les condena.

En semejante escenario tan solo podía llegar el segundo tanto local, y lo hizo por la vía rápida. En una contra de Miku que el mismo delantero se encargó de setenciar. Con la remontada en el bolsillo los de Amaral recularon, montaron su trinchera en la frontal y dejaron que el Celta se perdiese en mil pases insustanciales. Ni una sola ocasión que invitase al sueño. Únicamente la pesadilla de verse cada día más agobiado en la lucha por el descenso.