El Celta sitúa de nuevo al Éibar como punto de partida para su escalada

X.R. Castro

VIGO

Cualquier margen para la esperanza pasa por superar a uno de los peores equipos a domicilio

21 feb 2009 . Actualizado a las 02:31 h.

El Celta regresa al punto de partida una vuelta después. Como sucediera en la primera ronda se mide al Éibar a siete puntos de la zona de ascenso y con todo el crédito agotado. Por eso cualquier margen para la esperanza pasa por volver a la senda del triunfo cinco partidos después.

Los vigueses se reencuentran con Balaídos después del palo descomunal vivido ante el Castellón y con la exigencia de evitar la fuga de un solo punto de su estadio. Cualquier combinación utópica pasa por un pleno como local, máxime ahora que le espera un mes casi sin salir de casa.

La semana ha venido salpicada por la decepción del último mes (dos puntos de quince posibles), las declaraciones de Murcia que evidencian un punto de nerviosismo y la amenaza de un ERE para los trabajadores del club sin llegar a especificarse si los jugadores serían carne de la hipotética medida. Un cóctel con sabor al pasado reciente, a la segunda vuelta del curso anterior que nadie quiere repetir.

Y para cortar la sangría enfrente parecen tener al enemigo perfecto. El Éibar es una de las bestias negras modernas del Celta en Segunda, pero su estadística como visitante le convierte en uno de los peores equipos a domicilio. Un único triunfo en el lejano mes de agosto y siete salidas consecutivas sin un gol que celebrar.

Entre esta estadística y la necesidad, el Celta está obligado a asumir riesgos y a buscar al rival desde el pitido inicial. El triunfo es la única anestesia posible. Cualquier otro resultado disparará las alarmas y desatará la crisis, aunque sin daños colaterales, porque si alguien está fuera de todo expediente de regulación (en este caso deportivo) es Pepe Murcia. Mover al entrenador no aparece en la hoja de ruta salvo que el equipo se vea con el agua al cuello.