El Estudiantes apartó Joventut, el campeón ya saliente, de la posibilidad de reeditar el título de la Copa, una maldición que persigue implacablemente a todos los ganadores desde hace muchos años. El anfitrión de la Copa madrileña, el equipo colegial, rondaba en el imaginario del certamen del Palacio de los Deportes como el tapado, el conjunto llamado a encarnar la sorpresa que casi nunca falta en la fase final del modelo copero ACB.
Rubio, bien defendido, pero eficaz en el silencio (diez puntos y cuatro asistencias en el minuto 36), abrió la chistera de las asistencias, despegó las uniones de la defensa colegial en plena incertidumbre sobre la suerte que iba a correr la eliminatoria y el Joventut sacudió la entereza que alimentaba a los del Ramiro. Al tiempo, los verdinegros incrementaron la actividad defensiva. Subió la dureza, bajó el ritmo anotador y, por un instante, el Estudiantes se asomó al precipicio (59-66).
Paso en falso. Los estudiantiles sacaron la cabeza. Cuatro puntos de Udrih entreabrían las puertas del cielo a los de Casimiro (73-69). El mayor acierto desde la línea de tiros libres del Estudiantes le dio el triunfo frente a un rival al que le tembló el pulso en los instantes finales.