Momar llora tirado sobre el césped. El debutante Arturo se seca los ojos con la camiseta mientras camina hacia el vestuario. El Fabril perdió frente al Real Unión el primero de sus tres últimos partidos, pero acabó hundido. Completamente desmoralizado. Sin fuerzas ni para correr en los últimos cinco minutos de un duelo que nunca comprendió. Fue su quinta derrota en ocho jornadas, sí, y Tito Ramallo cree que sus futbolistas pueden ser niños, pero que primero deben darse cuenta de que compiten con hombres. En realidad, el Real Unión no les planteó nada más que un encuentro de fútbol en el que impuso su tremenda movilidad en el centro del campo, la agresividad de una defensa adelantada, así como el acierto y la eficacia en ataque.
Se adelantó por medio de Eneko Romo, quien remachó un despeje de Valín, pero la derrota se veía venir. El rival del Madrid en la Copa se lanzó a la yugular de los coruñeses desde la salida. Su táctica fue tan atrevida que incluso estuvo a punto de marcar en la jugada del saque de centro. Manu y Salcedo corrieron juntos por la izquierda y asistieron a Romo, solo en la frontal, pero la estirada salvadora de Juanan salvó la ocasión.
El Fabril pareció grogui en toda la primera parte, de la que ni se enteró. Solo Lassad, quizá el mejor de los locales, respondió al envite. Controló con la cabeza, se desembarazó de los dos centrales, pero disparó sin ganas, engañado por la bandera levantada del linier, quien señalaba un fuera de juego que el árbitro negó.
La segunda parte no modificó nada. El filial bailó al ritmo que al Real Unión más le convenía hasta que la aparición entre líneas de Hugo García pareció animar a los locales. Su mejor oportunidad fue un balón en profundidad al que no llegó por un supuesto agarrón que reclamó todo Abegondo, menos él.
La expulsión de Chirri por agredir a un rival poco después de saltar al campo y el segundo tanto visitante (Larrainzar se internó por la derecha y cedió a Manu, quien regateó a Sergio Benito antes de colocar el balón en la red) zanjaron el resultado final. Al final, solo quedó la desolación de los fabrilistas, distanciados a cinco puntos de la permanencia.