Los viejos aficionados ven en el delantero del Valencia maneras similares a las del futbolista gallego que marcaba goles en el Deportivo y en el Real Madrid
12 oct 2008 . Actualizado a las 02:05 h.José Luis Fidalgo Veloso (Santiago, 1937) se forjó en la cantera compostelana y en el Turista antes de recalar en el Deportivo, en la temporada 57/58. En Riazor se consagró como goleador de raza, un punta de mucha movilidad con el radar siempre a punto, un ardilla en el área listo para sacar ventaja de cualquier situación y atento ante cualquier descuido.
Con Amancio formó una delantera temible. Llegó a la selección antes que él, y los dos volvieron a coincidir en el Real Madrid a mediados de los sesenta. Veloso también pasó por el Rayo y por el Ourense, y acabó regresando a casa para retirarse en el Compostela.
Le gusta el fútbol y lo disfruta, pero con cierto distanciamiento, incluso con desapego. «Para mi era una profesión. Nunca me tuvieron que sancionar por llegar tarde a un entrenamiento». Como un médico que extiende recetas en su consulta, solo que él expedía goles sobre el césped.
Tan claro lo tenía que cuando terminó su etapa en activo se acabó también su vinculación al balón. Con los años ha optado por saborear el sosiego del rural, a media hora de Compostela, en busca de la descansada vida que anhelaba Fray Luis de León, huyendo del mundanal ruido. Y eso es tan literal como decir que el fútbol no le quita el sueño: «Me gusta acostarme temprano y no pierdo dos horas de sueño por un partido en televisión. Los dan muy tarde». Lo de volver a los estadios tampoco entra en sus planes. La última vez que pisó uno fue Riazor.
Pero una cosa es el desapego o la falta de vanidad y otra que esté desconectado de la realidad. Sigue viendo partidos por la televisión, los que se libran antes de la hora de la cena. Y con la perspectiva que dan los años sentencia: «Antes jugábamos para ganar, ahora los equipos salen a no perder».
Quizá por eso antes había más delanteros que defensas en la alineación. «Y ojo, porque lo que llamábamos interiores de enlace, al igual que muchos centrocampistas, tenían gol -añade-. En el Dépor había un medio centro, Manín, que marcaba como si fuese un punta».
Las comparaciones llevan a contextualizar a Veloso como un jugador del perfil de David Villa. De hecho, viejos aficionados ven en el santiagués cualidades que hoy exhibe el Guaje. Él no se moja: «En todo caso, habría que ver si él se parece a mí porque yo ya no estoy en edad de parecerme a nadie», comenta haciendo una pirueta en el tiempo que le sirve también para eludir debates.
Ni siquiera se adorna cuando se le pide que escoja sus mejores goles. «Quizás me quede con uno que le marqué al Ajax en la Copa de Europa y que decidió el pase, en la prórroga. Creo que siempre le ponen más metros de los que en realidad eran, pero sí, fue un chut desde casi el círculo central. También me quedo con uno al Barça en el Bernabéu». ¿Y el del Betis?, le pregunto. «Ah, fue en Riazor -comenta-, en la portería de pabellón. Se lo hice a Pepín, con el que coincidí en la selección. Siempre me lo recordaba. Iba a sacar y, cuando botaba el balón, se lo quité y marqué. Pero de estas cosas es mejor preguntarle a Vituco -el periodista de La Voz Vicente Leirachá-, que tiene una memoria prodigiosa. Sabe más de mí que yo mismo».
Se despide con una sentencia: «El fútbol es de los aficionados, que son los que entienden y los que sufren». Lo dice un futbolista.