La caída deportiva, el aumento de la deuda y la deserción de la afición reflejan la situación actual
27 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Carlos Mouriño cumple mañana sus dos primeros años al frente del Celta. El bienio coincide en el tiempo con la mayor crisis deportiva, económica e institucional de la casi centenaria entidad viguesa. De la Copa de la UEFA el equipo ha pasado a hacer cuentas para evitar el descenso a la Segunda B, la deuda aprobada por la última junta general asciende a 84 millones de euros y a nivel social el club ha sufrido un deterioro impensable. Basta con ver Balaídos desierto cada quince días. Acciones como las del sábado 17 de mayo, con un grupo de aficionados bloqueando la salida de los jugadores en A Madroa solo confirman el nivel de desencanto.
Crisis deportiva
Entre la UEFA y la permanencia en Segunda
Cuando Carlos Mouriño se hizo con el paquete accionarial mayoritario el club acababa de conseguir la sexta plaza en la Liga de Primera División y la clasificación para la UEFA. En la temporada siguiente descendió en la última jornada después de vivir en la zona de descenso durante muchas jornadas de la segunda vuelta. Por el camino se quedó el cadáver de Fernando Vázquez y Stoichkov resultó un fichaje más mediático que efectivo. Con el búlgaro arrancó el Celta en Segunda división en la temporada en la que batió el récord con cuatro entrenadores con el único resultado de apurar las cuentas de la salvación. Tan solo en una ocasión el equipo estuvo a un punto de la zona de ascenso y hasta el sábado pasado no tenía garantiza la permanencia. De la mano de Ramón Martínez el club tuvo una pésima planificación estival y no supo reforzarse en la apertura del mercado invernal.
Despidos
Una veintena de personas han salido del club
Sabino López, entonces gerente de la entidad, fue el primero de una extensa lista que tuvo su punto álgido el pasado verano con la salida de siete personas de la dirección deportiva y administrativa de la sociedad. Clásicos como Félix Carnero, Javier Maté o Moncho Carnero recibieron la carta de despido nada más finalizar la temporada. En algunos de estos casos con juicios y con caras sentencias condenatorias para el club. La explicación era la profesionalización, aunque todo apunta a que se trataba de borrar el rastro de la época de Horacio Gómez. A finales del pasado año cayó el primer fichaje de la era Mouriño, el entonces director general Xabier Martínez Cobas, cuya estrella se había apagado después del descenso. El último despido ha sido el del vigués Miguel Martínez, preparador físico de la casa al que cruzó López Caro quince días antes de ser destituido. El lebrijano fue uno de los cuatro técnicos que hizo las maletas en el último año, ya que desde la caída de Fernando Vázquez al adios de Caro tan solo han pasado trece meses.
Deuda
Una bola que ha pasado de los 58 a los 84 millones
Octubre del 2006, primera junta general de accionistas bajo la presidencia del Carlos Mouriño. Se aprueba una deuda de 58 millones de euros, que poco después pasan a 65,7 al incluirse por impagos por el IVA y el IRPF de la época de Horacio Gómez. Dos años después la misma asamblea aprueba una deuda de 84 millones. Entre ambas citas el presidente acusa a su antecesor en el cargo de falsear la realidad contable cuando compró el paquete mayoritario de acciones. Y mientras siguen sin ponerse de acuerdo, el club se ha visto obligado a renegociar la deuda a corto plazo en dos ocasiones, a aprobar una ampliación de capital todavía pendiente, a vivir al día por falta de liquidez y a contemplar la Ley Concursal al encontrarse el causa de disolución. La deuda supera con creces el doble del capital social, de 9 millones.
Apoyo institucional
Deserción en Balaídos e indiferencia en la afición
La cuota de popularidad del Celta nunca ha estado tan baja. Los aficionados han abandonado Balaídos en masa hasta tocar fondo con motivo de la visita del Hércules, seguida en directo por tan solo 4.496 espectadores y la media ha caído hasta los 8.000 espectadores (según datos del club). Fuera del recinto apenas nadie se preocupa por las penurias del equipo. Ha dejado de ser motivo de comentario y de preocupación. Ha caído en la indiferencia, y los pocos aficionados que todavía siguen fieles están hastiados. Nunca hasta la fecha se había vivido un suceso igual al sucedido en A Madroa antes del partido con el Cádiz, protagonizado además por un grupo nada radical y próximo incluso a las tesis oficiales.
Dirección
Movimientos de altos cargos y vuelco en el consejo
Cambios por partida doble en la dirección general y deportiva del club, en teoría dos piezas angulares y necesitadas de estabilidad en cualquier entidad. Dentro del consejo, Julio César Silveira acaba de protagonizar la primera dimisión, pero el divorcio viene de atrás. La cohesión duró hasta el cese de Fernando Vázquez, desde entonces son cuatro consejeros, incluido el presidente, son los que toman las decisiones. Nada queda del consejo aglutinador y representativo de la sociedad gallega.